¿Por qué a 6 de octubre "The Satanist", de Behemoth, sigue siendo el mejor disco del año?
Aviso: Este artículo es una burda excusa para realizar la crítica del citado disco de Behemoth a día de hoy aunque quede algo anacrónico y se haga de una forma camuflada. Pero lo cierto es que este blog no existía cuando tocó hacerla así que.. ora pro nobis, Lucifer.
Hay ocasiones en las que a uno le gusta sentenciar en voz alta que cuando un disco es bueno, es bueno. Venga de donde venga y sea del estilo que sea. Normalmente tiende a ser un disco de un estilo musical predilecto que se atraganta bien a la masa o bien al grupo ocultista que todavía compra música o que simplemente todavía escucha música como un ejercicio espiritual, de apreciación del arte e intelectual.
No es que el death metal sea un estilo favorito para quien escribe estas líneas pero sí es un estilo disfrutable o, al menos, lo ha sido. Pues bien, "The Satanist", de Behemoth, es a 6 de octubre y a falta de casi tres meses para que acabe este 2014, el mejor disco del año. Y lo es por razones claras que cualquiera puede apreciar siempre que tenga un espíritu aventurero y soporte el espectacular torbellino metálico que imprime el cuarteto polaco.
Así es la escena musical en 2014. La escena musical mundial que vive repudiada en los subsuelos del consumo y en la periferia de la creación artística. Hasta finales de los noventa era imposible que nadie que no fuera de un medio especializado pudiera aseverar algo similar a que "The Satanist" es el disco de año en potencia. Los medios de comunicación todavía vendían música en sus páginas, en sus ondas o en sus emisiones catódicas. Todavía imponían unos criterios al servicio de las grandes compañías discográficas.
Tampoco es que la década pasada se liberase de esas ataduras que buscaban incesantemente una industria que había cerrado por defunción. Pero ahora, en esta nueva década de los 10, la primera y la última con rock sobre el planeta tierra, una sentencia así tiene todo el sentido del mundo.
"The Satanist" es un disco rotundo tanto en las formas como en el fondo. No hay ningún detalle que se escape a su poder magnético. Desde la portada hasta la contraportada pasando por cada imagen promocional, cada fotograma de cada videoclip, cada declaración, cada letra de canción, riff de guitarra, punteo, infernal doble bombo, blasfemia....
El mundo anglosajón dice que Behemoth, tras dar sus primeros pasos por un black metal angosto y poco imaginativo se retiró a sus aposentos a repensar su amor por el metal extremo. Poco a poco se convirtió en gurú de un estilo bastardo bautizado como blackned death metal. En castellano debería ser entendido como "death metal black metalizado". Poco a poco, con cada paso discográfico fue enriqueciendo su discurso hasta un parón provocado por el cáncer que mantuvo a Behemoth fuera de circulación durante un lustro.
"The Satanist" es precisamente su vuelta a la vida. Y su discurso es esencialmente vital. O vitalista. Satánico desde un punto de vista más oficial que rudimentario. Y aunque su imaginería es rica en estética y escenografía ocultista, hace escasos guiños al satanismo literario y cinematográfico. En lo musical es un álbum sobresaliente. Pletórico. Rico. Irreductible. No lo es solo como un disco de death metal y ahí radica la novedad del asunto. "The Satanist" es un disco sobresaliente de rock, de rock como música, de arte como death metal black metalizado. Lo es desde que las trompetas de "Blow your Trumpets, Gabriel", convierten un desalmado tema de 9 sobre 10 en un 10 sobre 10. O desde la tormenta de "Furor Divinus" se convierte en una misa negra ("Messe Noire") y amaina con una elegancia sobrenatural en un punteo que trasciende al death, al black, al metal y al rock para convertirse en arte ejecutado de una forma sobrecogedora.
Sigue la tormenta con "Ora Pro Nobis Lucifer" y "Amen". Sin respiro. De infarto. El tema que pone nombre al disco es, de nuevo, una composición que escapa a la clasificación estilística. Sigue la misma senda abstracta y grandilocuente "Ben Sahar" precediendo una nueva tormenta titulada "In the Absence ov Light". Pero esta vez es una tormenta matizada ya que esconde muchas sorpresas: un cinematográfico poema recitado en polaco, una catarata pirotécnica y un elegante fundido en negro antes del rito final. "O Father O Satan O Sun!" es una ópera metálica, épica, descarnada y triunfal donde las guitarras vuelven, una vez más, a trascender por encima de cualquier género. Las últimas palabras: "Gira la rueda, oh padre, oh Satan, oh sol".
Con "The Satanist" el death metal, o el death metal black metalizado acuñado por Behemoth, ha dejado de ser el simple pero efectivo espectáculo de la violencia musical que era en el pasado. Ha utilizado el ruido para llamar la atención y al hombre del saco para asustar sabiendo que esa forma de espectáculo de terror vende. El combo polaco ha logrado, sin embargo, añadir una sensibilidad artística a su propuesta que hace que "The Satanist" escape a la idea de un disco tradicional para convertirse en una obra de arte más rotunda.
Si Jeunet se aprovechó de una idea calculada de Cameron para hacer poesía audiovisual, Behemoth se ha aprovechado de la supuesta maldad intrínseca que acompaña al rock en su progresión histórica, tanto visual, como audiovisual, musical o literaria, para crear un discurso propio capaz de ir más allá. "The Satanist" es esa obra. Ese disco. El mejor disco del año hasta este 6 de octubre.
Behemoth, liturgia, arte y blasfemia.
En ocasiones el arte trasciende a todo. Cuando se tiene la convicción absoluta de como vertebrar artísticamente un discurso o un catálogo de ideas es difícil que la propuesta no cuaje. En 1991 en Terminator 2 James Cameron utilizó un efecto digital mediante el cual convertía a un androide antropomorfo en un elemento líquido. Una década más tarde el director francés Jean-Pierre Jeunet elevó el efecto digital a poesía cuando disolvía a Amelie Poulain en un charco tras un chasco emocional. Diez año para que el arte aprovechase la técnica. Para que la técnica sirviese para algo más que para dar espectáculo sin infravalorar en ningún momento las necesidades fisiológicas de espectáculo que tiene el ser humano.
El death metal fue una respuesta rebelde ante la teórica relajación del thrash metal. Fue el pasó más allá del paso al más allá que ya había dado antes el thrash. Y antes el heavy metal. Y antes el hard rock. Y antes el rock. En torno a Florida se crearon bandas y se grabaron discos que asentaron históricamente el death metal como una variante más gruesa del thrash. Carcass, Death, Obituary, Deicide.... Curiosamente, el death también tuvo otro paso más allá, que hasta ahora parece ser el último, el black metal.
Hay grandes discos de death metal de su época clásica como hay grandes discos de derivados del death metal ya que fue un estilo que en Europa fue bien asimilado y evolucionado. Pero esos grandes discos de death metal son eso, grandes discos de death metal. Incapaces de trascender la barrera de un público autoimpuesto. Cuidado, tampoco es necesario trascender nada. Hay leyendas en el subsuelo del underground muy trascendentales dentro de la historia de la música aunque es probable que la historia de la música todavía no se haya enterado. Pero lo cierto es que el death metal carece de un elemento así en sus filas. Quizá Napalm Death, aunque cabría analizar si alguien se puede referir a Napalm Death como death metal, a secas.
Portada de "The Satanist"
Hay ocasiones en las que a uno le gusta sentenciar en voz alta que cuando un disco es bueno, es bueno. Venga de donde venga y sea del estilo que sea. Normalmente tiende a ser un disco de un estilo musical predilecto que se atraganta bien a la masa o bien al grupo ocultista que todavía compra música o que simplemente todavía escucha música como un ejercicio espiritual, de apreciación del arte e intelectual.
No es que el death metal sea un estilo favorito para quien escribe estas líneas pero sí es un estilo disfrutable o, al menos, lo ha sido. Pues bien, "The Satanist", de Behemoth, es a 6 de octubre y a falta de casi tres meses para que acabe este 2014, el mejor disco del año. Y lo es por razones claras que cualquiera puede apreciar siempre que tenga un espíritu aventurero y soporte el espectacular torbellino metálico que imprime el cuarteto polaco.
Así es la escena musical en 2014. La escena musical mundial que vive repudiada en los subsuelos del consumo y en la periferia de la creación artística. Hasta finales de los noventa era imposible que nadie que no fuera de un medio especializado pudiera aseverar algo similar a que "The Satanist" es el disco de año en potencia. Los medios de comunicación todavía vendían música en sus páginas, en sus ondas o en sus emisiones catódicas. Todavía imponían unos criterios al servicio de las grandes compañías discográficas.
Tampoco es que la década pasada se liberase de esas ataduras que buscaban incesantemente una industria que había cerrado por defunción. Pero ahora, en esta nueva década de los 10, la primera y la última con rock sobre el planeta tierra, una sentencia así tiene todo el sentido del mundo.
"The Satanist" es un disco rotundo tanto en las formas como en el fondo. No hay ningún detalle que se escape a su poder magnético. Desde la portada hasta la contraportada pasando por cada imagen promocional, cada fotograma de cada videoclip, cada declaración, cada letra de canción, riff de guitarra, punteo, infernal doble bombo, blasfemia....
El mundo anglosajón dice que Behemoth, tras dar sus primeros pasos por un black metal angosto y poco imaginativo se retiró a sus aposentos a repensar su amor por el metal extremo. Poco a poco se convirtió en gurú de un estilo bastardo bautizado como blackned death metal. En castellano debería ser entendido como "death metal black metalizado". Poco a poco, con cada paso discográfico fue enriqueciendo su discurso hasta un parón provocado por el cáncer que mantuvo a Behemoth fuera de circulación durante un lustro.
"The Satanist" es precisamente su vuelta a la vida. Y su discurso es esencialmente vital. O vitalista. Satánico desde un punto de vista más oficial que rudimentario. Y aunque su imaginería es rica en estética y escenografía ocultista, hace escasos guiños al satanismo literario y cinematográfico. En lo musical es un álbum sobresaliente. Pletórico. Rico. Irreductible. No lo es solo como un disco de death metal y ahí radica la novedad del asunto. "The Satanist" es un disco sobresaliente de rock, de rock como música, de arte como death metal black metalizado. Lo es desde que las trompetas de "Blow your Trumpets, Gabriel", convierten un desalmado tema de 9 sobre 10 en un 10 sobre 10. O desde la tormenta de "Furor Divinus" se convierte en una misa negra ("Messe Noire") y amaina con una elegancia sobrenatural en un punteo que trasciende al death, al black, al metal y al rock para convertirse en arte ejecutado de una forma sobrecogedora.
Sigue la tormenta con "Ora Pro Nobis Lucifer" y "Amen". Sin respiro. De infarto. El tema que pone nombre al disco es, de nuevo, una composición que escapa a la clasificación estilística. Sigue la misma senda abstracta y grandilocuente "Ben Sahar" precediendo una nueva tormenta titulada "In the Absence ov Light". Pero esta vez es una tormenta matizada ya que esconde muchas sorpresas: un cinematográfico poema recitado en polaco, una catarata pirotécnica y un elegante fundido en negro antes del rito final. "O Father O Satan O Sun!" es una ópera metálica, épica, descarnada y triunfal donde las guitarras vuelven, una vez más, a trascender por encima de cualquier género. Las últimas palabras: "Gira la rueda, oh padre, oh Satan, oh sol".
Videoclip de "Blow your Trumpets, Gabriel"
Con "The Satanist" el death metal, o el death metal black metalizado acuñado por Behemoth, ha dejado de ser el simple pero efectivo espectáculo de la violencia musical que era en el pasado. Ha utilizado el ruido para llamar la atención y al hombre del saco para asustar sabiendo que esa forma de espectáculo de terror vende. El combo polaco ha logrado, sin embargo, añadir una sensibilidad artística a su propuesta que hace que "The Satanist" escape a la idea de un disco tradicional para convertirse en una obra de arte más rotunda.
Si Jeunet se aprovechó de una idea calculada de Cameron para hacer poesía audiovisual, Behemoth se ha aprovechado de la supuesta maldad intrínseca que acompaña al rock en su progresión histórica, tanto visual, como audiovisual, musical o literaria, para crear un discurso propio capaz de ir más allá. "The Satanist" es esa obra. Ese disco. El mejor disco del año hasta este 6 de octubre.
Enorme disco, enorme banda... se me esta haciendo larga la espera para verlos....
ResponderEliminarEn verano en el Festival Leyendas hubo una oportunidad pero en agosto con las vacaciones de por medio es complicado. Verlos en una sala sería lo suyo. Ojalá se cumpla tu deseo. Muchas gracias por leernos y muchas gracias por el comentario. Se agradece mucho el feedback.
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