Villa de Bilbao 28. Sección metal. Hora de elegir a los tres finalistas.


Terminan los conciertos clasificatorios de la sección metálica del Villa de Bilbao de 2016 y llega la hora de elegir a las tres bandas finalistas. Pero también es el momento de hacer una valoración general del certamen. Y es que, probablemente, hayamos asistido a la edición más floja en 16 años.




Son varios los motivos que llevan a este callejón sin salida. La falta de producción, las diferencias de calidad entre lo grabado y lo tocado en directo y las simples casualidades son las principales razones que colocan a la sección metálica en este disyuntiva. No obstante, ninguna de las tres razones es nueva.

Menos promo
La falta de producción es un tema bastante antiguo y es algo que en las últimas ediciones viene mejorándose por parte de la organización. Puntualizar que la falta de producción viene derivada de un menor presupuesto en lo que se refiere a promoción ya que la sala, el equipo y el grupo de personas que rodea el Villa no falla.

Venimos de años, antes de 2008, en los que la promoción llegaba a toda Europa. De esta forma, el número de bandas que se presentaban era mayor y en varias ocasiones participaron en el concurso bandas escandinavas, francesas, alemanas y de Europa del este. Fueron años que además coincidieron con un nivel local dudoso en los que para ver a bandas autóctonas había que tirar de cupos locales e invitaciones. Es posible que mucha gente se dejase llevar por una sensación falsa que indicaba que como un gran número de los participantes eran del Estado o de Europa, el nivel era mayor. Algo no necesariamente cierto.

Ha habido buenos concursos en la historia reciente del Villa. Años en los que Bilborock arrancó con Neila y Quaoar para que repitiesen en la final. Años en los que una semana actuaban HighLights y la siguiente The Wizards. O ediciones emotivas y especiales en las que la final la copaban bandas metálicas de Euskal Herria como Rise To Fall, Mendeku Itxua y Akatu. Con buenos ganadores, casi todos locales.

 
 Villa de Bilbao - Metal 2014

De esta forma, cabe preguntarse si es necesario que un año con Quaoar y Neila en el estado de forma en el que estaban o una edición con final igualadísima entre HighLights y The Wizards hubiera cambiado con una mayor partida para la promoción del concurso. Por lo menos hay que lanzar al aire un claro "no debería".

La promoción es importante y puede ayudarte a levantar una edición irregular pero tampoco hay que olvidar que es algo que se hace a través de inyectar más dinero para que, probablemente, ese dinero repercuta lejos de aquí. Aquí hay que admitir que un concurso como el Villa es un laberinto de razonamientos artísticos, políticos y éticos del que nunca resultará fácil salir. Pero queden por lo menos marcadas algunas pinceladas.

Sonidos desleales
Las bandas presentan tres temas a concurso. No hay nada en las bases que permita entregar un disco que no pueda defenderse en directo. Y sin embargo, en las primeras fases previas a los conciertos lo que se evalúa es una grabación en estudio en la que se supone que se valorarán posibilidades compositivas y técnicas. Sin embargo, en la fase más importante, la de los conciertos clasificatorios, cambia el objeto a evaluar y del estudio se pasa al directo.

En un momento, esto no es nuevo y viene ya de varios lustros, en el que los estudios han democratizado sus recursos y que cualquier banda que contacte con un productor con pericia y ambición puede obtener un resultado de estudio más que decente, puede y debe ocurrir que posteriormente esas bandas no sean capaces de defender su trabajo en el estudio en un concierto. En algunos casos, el problema no es ya no poder defenderlo por culpa de los excesos de producción, es que la idea de la adaptación al medio en vivo apenas se trabaja por parte de algunas bandas.

Como resultado, nos encontramos ante discos con una producción encomiable, sobresaliente en algunos momentos, que muestran a una banda compacta, trabajada y con las ideas claras, que con unos pocos segundos en el escenario demuestra que una buena parte de lo enlatado es mentira.

El Villa debería protegerse ante esta desventaja con algún tipo de mecanismo. Porque de lo contrario y por extraño que parezca, es el propio Villa el que acabará pagando "la diferencia" y nunca la banda que incurre en la deslealtad.

La fatalidad de la causalidad
Enlazando con lo anterior, de la misma forma que hay bandas que se presentan al concurso con grabaciones impresionantes para luego pinchar estrepitosamente en el directo, hay bandas con producciones más modestas que en la fase de escuchas no brillan porque simplemente, no pueden bajo una producción equivocada o ineficaz. Es de suponer que el jurado es el encargado de descifrar esta situación pero queda claro que no es una cuestión fácil de solucionar.

Esta es la primera de las casualidades a las que se tiene que enfrentar el Villa. Bandas que lo merecen pero que no legan a sonar como pueden y bandas que no lo merecen que alcanzan un sonido que se escapa a sus posibilidades.

A esto habría que añadir los grupos que se caen a última hora. Este año ha sido especialmente doloroso el caso de Strangers, banda madrileña de hard rock melódico que ya solo por la propuesta que realiza podía haber resultado apasionante. De la misma forma, un concierto es un concierto, siempre tienes la posibilidad de hacerlo bien pero la posibilidad de fallar no dejará de estar ahí. Una banda puede tener un directo sólido y en una mala noche, por razones personales y causales, no ser resolutiva. Poco se puede hacer en esos casos excepto lo que se hace, asumir el riesgo.

28 ediciones
Y no todas de metal. En lo que a los sonidos duros respecta esta edición ha sido una de las más flojas en lustros. Las bandas de las que se esperaba mucho no llegaron o lo hicieron bajo un perfil discreto. Las sorpresas han sido más bien escasas aunque agradables. Pero en líneas generales, el nivel medio se ha visto resentido.


Hiranya




23 de septiembre de 2016. Arranca una nueva edición del Villa metálico con Hiranya (Madrid) y Mind Driller (Alicante). Los encargados de comenzar con las hostilidades fueron Hiranya. En disco resultones y ofreciendo un abanico de sonidos de metal actual entrelazados con fuertes melodías pop pasadas por el tamiz de una vocalista capaz de darle al gutural y al melódico con fluidez. Al menos en estudio. En directo fue la principal sangría de la banda. Cuando había que desgañitarse sonaba contundente y de ultratumba. Cuando tocaba afinar el volumen bajaba hasta rozar el silencio y la afinación temblaba. Primer chasco. Mind Driller, por el contrario, ofrecen un concierto digno un tanto recargado por la puesta en escena. Sonidos industriales vía Rammstein para un espectáculo dinámico que probablemente no sea para todos los gustos. Sin embargo, Mind Driller muestran una solicitud para finalista de 2016, aunque sea lejana y vaga, firme en cuanto a convicción.


 Mind Driller


30 de septiembre de 2016. Jornada de retorno para Orion Child (Durangaldea) y estreno para Corrosive (Nafarroa). Los vizcaínos mejoran su anterior participación mostrándose más compactos. No obstante no se salen del nivel medio y se complican mucho seguir avanzando en el concurso. Algo parecido a lo que ocurre con Corrosive, buenas maneras generales pero poco margen para la ilusión de poder alcanzar una final.

7 de octubre de 2016. Fetitxe (Arrigorriaga) y Kitsune Art (Madrid). Algo pasa en Arrigorriaga. En serio que algo tiene que ocurrir. Boogie Riders, HighLights y ahora también Fetitxe. La sorpresa del certamen. Una banda con un primer disco coqueto que en muchas ocasiones no parece un primer disco que lo lleva al directo y mejora sus prestaciones. Los de Arrigo se mostraron naturales y enérgicos, con una sonrisa en la boca, disfrutando del momento, disimulando sus limitaciones y potenciando sus virtudes. Una buena muestra de actitud y carpe diem que, una vez en el ecuador del evento, los colocaba como firmes aspirantes a obtener una plaza en la final. Y si bien Fetitxe podrían llevarse un premio a la sonrisa más amplia y a la máxima sensación de disfrute, Kitsune Art parecían muy lejos de ese estadio. Los madrileños llegaron, descargaron y se fueron sin dejar poso alguno. Algún arranque bien empacado por el sonido de guitarras pero todo envuelto en una sensación fría y distante.







14 de octubre de 2016. A priori, una gran noche. Con dos de los nombres que podían aparecer en las quinielas al menos por lo que respectaba a sus grabaciones. Los vizcainos Evils Seeds y los madrileños Strangers se hacen eco en sus propuestas de sonidos retro: heavy metal en el caso de los locales y hard rock melódico en el de los españoles. Sin embargo, mazazo, Strangers no pueden acudir y en sustitución entra Black Ocean Witness. Pinchazo de libro para unos Evil Seeds incapaces de reproducir su impoluta grabación de estudio en un ejercicio falto de ritmo y con un cantante empeñado en ahondar en una demostración de garganta que llevaba a su formación a un punto muerto que nada aportaba. Instrumentalmente no quedaron claras sus habilidades. Tremenda pérdida pero Evil Seeds se habían autodescartado de la final salvo milagro. Y Black Ocean Witness, por el contrario, y en un concierto similar al de Fetitxe en cuanto a sensaciones aunque algo por debajo en cuanto a calidad, se llevaron su viernes pese a partir del puesto de suplentes. Sonidos metálicos actuales, felicidad y fluidez en el ambiente.





21 de octubre de 2016. Un anochecer dedicado a los sonidos duros. Thrash metal para los zaragozanos Warg y black metal para los albaceteños Insaniam. Warg ofrecieron un concierto amable que no llegó a cuajar. Entregados y comunicadores, perdieron demasiado tiempo en cuestiones que no tienen peso y no aprovecharon la oportunidad cuando tuvieron que hacerlo. Es algo que todas las bandas deberían aprender: un concierto del Villa dura media hora, si estás entre hablando e intentando animar sobre los 8 minutos y tu actuación dura 25, has acabado tocando menos de 20 minutos. Si encima en tus momentos musicales, que son lo que deberían contar, no has resultado convincente, no vas a poder levantar el desaguisado contando chistes. Ahí, y prácticamente en todo, es donde acertó Insaniam. Con una puesta en escena impactante pero ligera en términos dramáticos, muy alejado de lo sobrecargado de unos Mind Driller, los de Albacete atacaron un black metal de siquiátrico y cloaca que recordaba a los grandes totems del género y que sonó más que convincente. De hecho, dentro de esta edición del Villa sonó estelar y se metió una de las plazas de la final al bolsillo por derecho propio.


 Insaniam


Así que, dentro de nuestra particular quiniela, Fetitxe e Insaniam deberían tener una plaza asegurada en la final. La tercera debería rotar entre Mind Driller y alguna banda sorpresa. Pero como siempre, este es el momento del jurado en su complicada tarea de acertar.

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