El nuevo comienzo de Gorka Urbizu




Aunque el relato comenzase a escribirse hace ya diez largos años dentro del disco central de Denbora da poligrafo bakarra, el debut en solitario de Gorka Urbizu nos llegó hace dos semanas. Por sorpresa. El hecho de que en un país tan pequeño casi nadie supiera nada hasta apenas dos o tres días antes de la publicación deja claro el secretismo con el que se ha desarrollado todo lo que rodea a Hasiera bat

Es probable que muchos seguidores de Berri Txarrak, o de Gorka Urbizu, hayan fantaseado de alguna o otra forma con cómo sería un ejercicio más personal del compositor de Lekunberri. Lo curioso es que, pese a que casi todas las pistas estaban ya dadas, la gran mayoría de las quinielas se decantaban por un disco acústico, emotivo e introspectivo. 

Y bien. Hasiera bat es una clara combinación del imaginativo paisaje guitarrero y melódico enfocado en el pop independiente que reflejaba la segunda entrega del disco triple de Berri Txarrak y de un sonido más austero, emocional y reposado emparentado con el folk. Aproximadamente, en una proporción de 75-25. 

Maitasun bat abre el disco con una sucesión de golpes secos de guitarra que tratan de mantener la distorsión a cierta distancia. Urbizu se muestra un tanto críptico y distante. Cuesta encontrar una conexión entre todo lo que dice pero lo cierto es que consigue emocionar con una colección de frases que invitan a la meditación y a la autoexploración. 

La producción apuesta por el menos es más. Una austeridad bien enfocada que no se complica demasiado más allá de unas guitarras bien alimentadas a lo largo de todo el metraje del disco. Escuchamos muchas guitarras e ideas diferentes. Sin embargo, escuchamos pocos momentos sobrecargados. 

Teoria bat ayuda a estirarse, a despedirse del estertor de tristeza y nostalgia que puede dejar la composición anterior. Gorka sigue a lo suyo, diciendo muchas cosas pero sin dejar claro qué. Musicalmente, el reverb del bajo recuerda tremendamente al Punisher de Phoebe Bridgers (más todavía en el cierre de la composición) pero las guitarras y sus melodías empujan a una danza controlada. A mover el pie, la cabeza, tararear pero sin llegar al punto de romper a sudar.

Teoria bat parece la puerta musical a Tren bat. En dos pasos, Gorka Urbizu está en aquellas postales que dejó en 2014 dentro del trabajo más arriesgado que su banda madre haya publicado nunca. Tren bat, aunque más reposado que aquel legado, mantiene un enfoque que con claridad puede recordar a Bigarren Itzala o Helduleku Guztiak. Al final, Tren bat es una composición pop en la que Gorka nos devuelve a esa combinación de narrativa ácida de nuestro tiempo rematada con el típico gancho que invita a evadirse, escaparse, pisar el acelerador, amar y ser amado. 

Toki bat, con todo lo que tiene de novedoso, sería la canción que por sí sola justificaría la tesis central de este texto: que la espina dorsal de Hasiera bat ya estaba escrita en Denbora da polígrafo bakarra. Únicamente la esquiva distorsión nos saca de ese recuerdo. El resto, brillante incluso en su desafío progresivo, vuelve a ritmos marcados, a líneas de bajo que recorren el pop de los ochenta, el folk de los setenta y el krautrock con un latido vibrante y enérgico. Con pulsión bailable. En forma de descarga a nuestra espina dorsal. 

En Janela bat, toca volver a frenar, a ponerse el abrigo de la melancolía y a salir a la calle a primeras horas de la mañana. Una melodía simple y pausada para una composición íntima y contemplativa en la que el amanecer no da pie a lo épico, a la victoria de haber superado la noche. Gorka habla de cuidados, de alguien a quien abrigar, de alguien con quien parece que pasea casi seguido del amanecer. El inexpugnable paso del tiempo parece marcar el tono de las letras de Urbizu. 

La hipotética cara b arranca con una nueva línea de bajo para el recuerdo. Cabe repetir que Hasiera bat no es un disco rico en arreglos pero si es un disco caprichoso en presentar un sonido o un detalle diferente en cada guitarra y cada bajo de cada canción. Kolore bat guarda ciertos paralelismos con Toki bat, con ese bajo inquieto y con cierto tono progresivo en una capa secundaria. Sin embargo, hay una especie de rotura hacia el minuto dos de tema, el tiempo se congela y Gorka tensa la cuerda hasta devolver la canción a su arranque original. 

Lilura bat vuelve a ser un eco de aquel pop exquisito y preciosista que la distorsión escondía en aquel ya lejano segundo ejercicio de Denbora da poligrafo bakarra. Un tema que fluye con naturalidad, que relaja nuestros oídos y que invita a dejarse llevar. 

La recta final de Hasiera bat guarda dos bonitas sorpresas en forma de composición que probablemente sean las dos piezas más diferentes del disco. La primera es Etxe bat. Un tema que apenas enlaza con el tono general del disco pero que resulta realmente fácil de entender si se conoce la carrera de Gorka Urbizu y se tiene en la memoria aquel disco con Katamalo

Etxe bat podría ser una especie de segunda entrega de, por ejemplo, Biziraun. Ante el Gorka rebelde, crítico y visceral de hace lustros ahora se nos presenta un músico reflexivo que se queda en casa, al calor del hogar, para pintarnos un retrato costumbrista, familiar e íntimo de lo que ocurre dentro de esas cuatro paredes. O no únicamente dentro de esas cuatro paredes pero sí con los protagonistas que se mueven por esos pasillos y habitaciones. Y una vez más, Gorka interpela con su sobrino o sobrina (en euskara no hay forma de diferenciar si es chico o chica) para marcar que, probablemente, todo este giro narrativo hacia su intimidad tenga que ver con el paso del tiempo. Gorka nos cuenta que él o ella ha aprendido a contar hasta veinte y que cuando él le dice su edad, esta o este no entiende cuánto es. Un precioso y poético mecanismo para hacer hincapié en la velocidad con la que el tiempo nos esquiva.  

Una vez que conoces el disco como si fuera la palma de tu mano, Sute bat es como un cuerpo extraño que has aceptado y que vas a aprender a amar pero que, definitivamente, preferirías verlo en cualquier otro lugar del orden natural de Hasiera bat. Porque tras Etxe bat, el broche definitivo tendría que haber sido Besterik ezSute bat es, en buena parte, un resumen de todo lo que dice Hasiera bat fuera de Etxe bat y Besterik ez. Un nuevo y peculiar sonido de guitarra, una nueva línea de bajo que descifrar, una nueva y brillante melodía sobre la que surfear y ser feliz que, quizá, se haga algo larga sabiendo lo que viene después.

Hasiera bat termina con el único tema que no comparte el esquema en su título. Besterik ez lo es todo. Es todo lo que cabía esperar de un disco en solitario de Gorka Urbizu. Es un chute de esa extraña droga, enfermedad, gusano o embrión que el compositor de Lekunberri nos metió en el cuerpo hace ya 25 años. Una canción de amor, una composición con la que poder llorar de pena o de felicidad, un tema con el que soñar con escapar, con tiempos mejores o con ser feliz aunque sea algún día. Algo menos de seis minutos con los que sentarse en la cama una mañana de domingo sin todavía recuperar la verticalidad y mirar al mundo, a la vida, a la cara. En blanco y negro. Algo menos de seis minutos que sirven para ilusionarse. Si Besterik ez puede ocurrir, merece la pena esperar a que vuelva a ocurrir algo similar. Porque ocurrirá. Seguro. Como ese desarrollo final, con regusto a Wilco y cierta reminiscencia al Nels Cline más controlado y también más efectivo.

Así termina Hasiera bat. Siendo la continuación de una idea que, como en Inception, nos metieron dentro casi sin darnos cuenta. Hasta el punto de que ahora, sin reconocerla del todo, la tenemos presente. Hasta el punto de sentir, como en un deja vu, que todos los nuevos paisajes que nos presenta Gorka Urbizu aquí y ahora, ya los hemos recorrido en otros momentos. Todo eso y, encima, Etxe bat y, sobre todo, Besterik ez… 

Por favor, si los discos son mapas, o novelas, si alguna vez aquel espacio intermedio de Denbora da poligrafo bakarra marcó los senderos por donde íbamos a caminar o las historias que íbamos a leer en este enero de 2024 gracias a Hasiera bat, que Besterik ez se haya mezclado ya con nuestra sangre para que, dentro de unos años, podamos sentir esta misma preciosa, precisa y adictiva sensación de movernos por un lugar desconocido que, de alguna forma, ya conocemos.

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