Viva Belgrado "Bellavista"
Viva Belgrado supera la mayor incertidumbre de su carrera con otro disco sobresaliente.
Es un patrón que tristemente se repite a menudo. Un grupo de amigos se reúne en torno a un bajo, una guitarra y una batería con el único sueño de poder meterlo todo en una furgoneta y vagar por el olvido. Se suceden los ensayos, trabajosos, emocionantes, efectivos. Llega la primera grabación. Parece que todo funciona. Hay un público que se ilusiona. Esto aviva el fuego. La banda se ilusiona todavía más. Y crece.
El primer sueño inocente empieza a mutar. Se vuelve menos lejano y más brillante pero sigue manteniéndose igual de etéreo. La furgoneta está aparcada en la puerta del local y llegan los primeros bolos lejos de casa. La gente que no tiene ningún nexo también se emociona con el proyecto. Una idea comienza a sobrevolar la mente de todo el mundo: algo está ocurriendo. La bola de nieve sigue ganando diámetro.
Llega el momento en el que toda formación quiere demostrarse a sí misma que puede ser profesional en el estudio. Antes, componiendo; durante, grabando; y después, defendiendo en directo la madurez alcanzada en un nuevo paso discográfico. Todo se hace más grande. La furgoneta va más lejos. Todos aquellos para los que eras ajeno acaban mirando con atención pese a estar lejos de tu casa. La prensa rema para la banda. El público parece vivir algo grande. Todo ha crecido y, sin embargo, nada ha llegado.
Disgregación. En un primer estadio, entre lo que siente el propio grupo y lo que parece sentir el resto del planeta. Pero ya, en una segunda etapa, se disgregan las diferentes realidades de la banda. La que lo ve todo negro. La que intuye que nada ha llegado porque nada va a llegar. Nada aparte de lo que se tiene. Que pese a que siempre se supo que sería poco, en ese preciso momento, parece menos todavía. Hay más. La que te sigue mintiendo al oído diciéndote que todavía puede que ocurra algo. La que te dice que no lo puedes dejar. Y, directamente, la que te pide acabar con todo.
Definir el sueño inicial se complica y se vuelve algo cada vez más lejano e imposible. Posiblemente, la solución a todo se esconda precisamente en la definición de ese sueño. ¿Qué querías? ¿Eras sincero contigo mismo? ¿Has creído poder alcanzar algo imposible pese a aparentar en todo momento conocer tus limitaciones y las limitaciones de tu ecosistema?
“Bellavista”, la nueva obra del cuarteto cordobés Viva Belgrado, resulta la banda sonora perfecta para esta perversa pauta que se repite a nuestro alrededor desde el comienzo de los tiempos. Es, a su vez, muchas otras cosas. La autobiografía de un fracaso mal calculado ya que no llega a producirse: “Bellavista” es una obra redonda, tortuosa en lo emocional pese a estar escrita con un lenguaje sensiblemente diferente al utilizado hasta ahora. También es la crónica de un falso intento de suicidio. La posibilidad de que lo que escuchamos podía haberse quedado por el camino sobrevuela cada estrofa. El dramatismo y la tensión aparecen bajo nuevos postulados. Menos viscerales, quizá, pero igual de importantes en la narrativa interna de la obra de Viva Belgrado.
A lo largo de los once cortes que componen “Bellavista”, se puede sentir la angustia. El vértigo ante el fracaso. La frustración surgida tras no colmar unas expectativas que desde un principio se saben distorsionadas y excesivas pero a las que pese a todo, no se renuncia jamás. Con el daño que produce y supone a quien se lo auto inflige. Es la enfermedad profesional de las formaciones con talento que por culpa del actual orden de las cosas jamás alcanzarán lo que se merecen. Ese triste camino repetido una y otra vez.
Por primera vez en la carrera de Viva Belgrado, el equilibrio artístico, que en el pasado era una incesante batalla entre el mensaje literario y la densidad de las atmósferas, se rompe en favor de la literatura. No porque la capacidad compositiva de la banda se haya sumido en un perezoso retroceso o en un vago repliegue, sino porque Cándido Gálvez alcanza un nuevo nivel a las letras. Más maduro, irónico y terapéutico que simplemente sufrido. Demostrando que reírse de uno mismo ayuda a continuar sin ocultar su faceta más frágil que en ocasiones le lleva a lamentarse por ser tan transparente cuando escribe.
Darse cuenta de que el equilibrio es una virtud difícil de alcanzar parece un golpe demasiado duro que aceptar. Hasta el punto de desatar una crisis que amenaza con llevarse todo por delante. La lectura correcta y afortunada tras la catarsis parece haber sido componer sin miedo al triple salto mortal. Gozar de valentía para atreverse a cosas que las mentes más resolutivas jamás se hubiesen imaginado. Espacio para nuevas ideas o ideas novedosas en su discurso musical. Trap lofi aquí. Flamenco allá. Arranques emos donde siempre. Energía hardcore. Melancolía metálica. La misma sensación de estar en casa pese a que todo parece distinto en una primera impresión.
Y el fundido en negro. Esa escalada que culmina en desescalada. Ese “podía haber sido peor” o ese “podía no haber sido”. El feliz fin de un camino que muestra uno nuevo. El final de una historia de angustia, desesperación, autocrítica y superación…. Que no falten los conciertos, que no falten las canciones… y que no pasen cuatro años sin noticias de Viva Belgrado.
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