Ya ha finalizado la primera temporada de FEAR THE WALKING DEAD.


Con más pena que gloria. Exactamente como cabía esperar. Incluso peor. El spin off de The Walking Dead, agudamente titulado Fear The Walking Dead, emitió el domingo el sexto y último capítulo su primera temporada encadenando un cúmulo de situaciones estúpidas dignas de un guión de serie b de telefilme para la sobremesa dominical. Habrá, por lo menos, una segunda temporada.


Y no. No era necesario. Una segunda temporada de un desaguisado de este calibre no era deseado por nadie. A excepción de la propia cadena. Es de suponer. Vistos los seis capítulos que conforman la primera temporada de la serie cabe pensar que la creación de esta nueva franquicia no responde más que a intereses económicos. The Walking Dead, la idea del cómic de explorar el desarrollo de la humanidad tras una hecatombe zombie, va camino de convertirse en una especie de CSI. De momento tiene el original, el que salió de Atlanta para acercarse a la costa Este. Ahora tiene el de Los Angeles. Cualquier día llegará el de Las Vegas y probablemente jamás veremos el de Anchorage, aunque a priori pueda resultar una idea atractiva añadir zombies al ostracismo, la soledad y los ambientes opresivos.

Fear The Walking Dead es un proyecto fallido en todos o en casi todos los sentidos. Se desaprovecha la oportunidad de analizar la sicología de la gente de a pié ante una situación como la que se retrata. Se tira por la borda la oportunidad que brinda una ciudad como LA para transmitir caos y terror. Básicamente, se confunde todo con una especie de rave en la que se queman coches. Vamos, lo mismo que la noche en la que los Lakers celebran la consecución de un anillo. Los medios de comunicación no existen, las insituciones tampoco, de la policía poco se sabe más allá de que estén desbordados. Al ejército sí que se le retrata como se merece con riesgo de quedarse corto.

Las situaciones incomprensibles se suceden. Las licencias terminan por ser ridículas. Los personajes son casi más planos que los propios zombies. La historia apenas tiene interés más allá de la curiosidad inicial ya que su desarrollo es entre triste y cómico por cuestiones de incapacidad de sus guionistas, creadores y directores.

Es de suponer que lo que se busca es rellenar la parrilla nocturna y del prime time del domingo de la AMC en los tiempos muertos de su serie madre. Una serie madre, The Walking Dead, que vuelve este domingo a las pantallas y que, esperemos, siga en el buen estado de forma que terminó. Así que, si todo va bien, habrá un nuevo análisis del capítulo 6x01 de The Walking Dead la semana que viene por estas horas.

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