Ten, 32 años y una casualidad




La catarsis post vacacional que activa una especie de diálogo vacío entre tu yo descansado del presente y tu yo agitado del futuro próximo ha hecho que esta mañana me sentase frente al equipo de música para pinchar vinilos. Mientras trataba de imponerle yugos a mi estresado yo futuro, quizá necesarios, para qué negarlo, algo me ha empujado a escuchar Ten, de Pearl Jam. Me he tirado a por una caja elegante y rebosante que fue publicada con motivo del vigésimo cumpleaños del primer álbum y obra capital de la banda de Seattle. Como es domingo por la mañana y sigo de vacaciones, he decidido bucear entre todo el material gráfico y sonoro que guarda el cofre y aprovechar para recordar una de los discos más importantes de mi vida sin que realmente lo haya sentido exactamente así a lo largo de mis 46 años. 




Ten llegó a mi vida en la volcánica efervescencia del otoño y el invierno de 1991. Fue compañero de viaje de muchos otros colosos también publicados aquel año: Use your illusion I & II, Metallica, Trompe le monde, Out of time, Temple of the dog, Gish, Slave to the grind, Steady diet of nothing, Just for a day, Nevermind, Blood sugar sex magic, Ceremony, Badmotorfinger, Achtung baby… Mi yo de 14 años se preparaba para una vida en la que el ritmo creativo del planeta fuese similar o mejor año tras año. Cosa que no ocurrió.





Ten es una obra desgarradora, arrebatadora y chirriante que en 1991 conseguía un hito sorprendente y valioso: rendía tributo a las anteriores cuatro décadas de guitarras electrificadas con solvencia y marcaba los pasos de por dónde podría circular el rock en los próximos lustros. Emoción, agresión, desgarro, caricias, épica y poesía para un debut con trampa, salvo Eddie Vedder el resto de la banda había sido partícipe de otros ejercicios sonoros del área de Seattle: Green River y Mother Love Bone. Pero como el éxito había sido esquivo para ambas propuestas, Stone Gossard y Jeff Ament se pusieron manos a la obra para intentar un nuevo asalto a la fama y para ello reclutaron a Mike McCready en primera instancia. El surfista de San Diego Eddie Vedder llega a la banda tras un cruce de casualidades para cantar una serie de temas instrumentales entre los que ya figuraban Black y Alive. Tras un intento por llamarse Mookie Blaylock en honor a un jugador de la NBA, consiguen un contrato con Epic Records y pasan a llamarse Pearl Jam. Meses después las imágenes del videoclip de Jeremy rebotaba en las paredes de mi salón y casi al instante le pido dinero a mi madre para ir a Bilbao y comprar la cinta original del “Ten” que tristemente ya no poseo. 


 

Ha sido justo en ese momento cuando he pensado, joder, todo este derroche de material se merece una mención en las redes sociales. Y cuando ya tenía montada la “composición” de la foto he extendido la reproducción del poster gigante con el que se promocionó la publicación del disco y he visto que se lanzó el 27 de agosto de 1991. Me he preguntado, ¿Qué día es hoy? Así que casi de la misma forma en la que gracias al por entonces batería de Red Hot Chilli Peppers Jack Irons, Ament, Gossard y McCready dieron con Vedder, a mí me ha dado por recuperar un disco magnífico el día exacto de su trigésimosegundo cumpleaños.


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