Enero, tú naciste para ser el primero. (Cuatro discos recomendables publicados este mes)






Se ha ido un mes. El primero. Aunque todos parezcan iguales. ¿Alguna vez fueron diferentes? No lo eran en aquel Opel Kadet gris que viajaba a la universidad todos los días. Por su radiocasete circulaban cintas de todo tipo. Clásicos vía Led Zeppelin, Dead Can Dance y Rolling Stones. Cosas de la época con diferencias encontradas a la hora de analizar su calidad... Clawfinger, Anari, Korn, Deftones... Algo de jazz que traía Urtzi... John Coltrane, Charles Mingus. Blues que se le olvidaba a Borja. Robert Cray, Albert Collins. Cosas que caían en nuestras manos cada día... Kyuss, Fun Lovin' Criminals, Zea Mays, Massive Attack, Texas Is The Reason. Matxalen decía que Texas Is The Reason sonaban a Green Day. Lo que yo entendí es que le sonaban melódicos porque tener, no tenían mucho que ver. Para mí Texas Is The Reason fue la cara underground the unos Jimmy Eat World. O mejor quedaría al revés: Jimmy Eat World siempre me parecieron la versión para el mainstream de Texas Is The Reason. Vi en directo a Jimmy Eat World una vez en Long Beach, California. No, creo que fue en Huntington Beach, California. La primera destacaba porque me sonaba haber escuchado "buenas noches Long Beach" en algún disco en directo aparte de en el debut de Gigatron. La segunda destacaba porque se parecía un poco a Zarautz, o a Punta Umbría, y porque como se hacía el US Open de surf había actuaciones en directo y aquel día tocaban Jimmy Eat World. Me gusta bastante su disco "Clarity" y, algo menos, "Bleed American". Sí, "Bleed American" es esa oda al universo quinceañero yankee del que se extrajo "The Middle", aquel single con cuyo clip nos azotó la MTV en el inicio de sus estertores. Así que cogí el coche y atravesé, una vez más, toda esa maraña de líneas rojas que rodean Los Angeles. Paré en Long Beach para tomar un café, seguí hasta Huntington Beach, sufrí lo indecible para aparcar, comí sentado en el suelo y me senté en las gradas para ver a Jimmy Eat World. Musicalmente, no tengo más recuerdos. Cené en una librería de Irving en la que no compré ningún libro pero leí alguno sobre David Lynch, volví a atravesar todas las líneas rojas que contaminan el mapa de Los Angeles y llegué a mi barrio, Culver City, bien entrada la madrugada. 



Jimmy Eat World. Huntington Beach (2011) 


Volvamos a aquel Kadet gris. Volvamos a Texas. Bueno, en realidad, a Nueva York, que fue donde se fundó Texas Is The Reason. Volvamos al emo o al emocore. Han sido muchas, todavía no demasiadas, las ocasiones en las que me he preguntado qué es el emo o el emocore. Emo es o era Texas Is The Reason, aunque no sé si aparecerán en las definiciones del género. Claro, emo eran Jimmy Eat World, al menos en "Clarity". Jawbreaker. Sunny Day Real Estate. The Get Up Kids. Dashboard Confesional. My Chemical Romance. ¿Todas o casi todas las bandas que aparecieron en los recopilatorios del teen drama One Tree Hill? No se me podrían ocurrir cosas más alejadas entre sí que Texas Is The Reason y My Chemical Romance. Los primeros eran una especie de hardcore pasado por colador, ralentizado, caramelizado, sensibilizado... me hubiese gustado que la palabra melodizado existiese. Nueve años más tarde, My Chemical Romance eran una suerte de eco del legado de los Aerosmith de los 90 y un intento por alcanzar la afortunada épica estridente de Queen adaptada al público juvenil yankee de 2005 que era, probablemente, emo. Salvando las diferencias culturales, yo, con 28 años, aquí en Euskal Herria, también pasé por caja sin sentirme muy emo. E hice pasar por caja a unos cuantos, supongo. Espero. Me gusta pensar que así fue. Y que me insultasen en la distancia si no les gustó una mierda "Three Cheers for Sweet Revenge"

Lo he vuelto a hacer. Estoy divagando. Dos párrafos considerables y todavía no he abordado el primero de los cuatro discos que pretendía comentar en un formato ligero y en un texto corrido. Dejadme que me auto analice un poco, tampoco demasiado. Esto debe de ser porque me da una horrible pereza escribir y, cuando me siento, me siento el rey del mundo. Capaz de escribir cualquier cosa. Cualquier cosa. Pero tiene que ser en esa sentada. De lo contrario, jamás retomaré este o cualquier texto. Además, como últimamente solo escribo en twitter, solo escribo en euskara, sufriendo horrores para cuadrar 150 caracteres comprensible y sin faltas de ortografía (dudo que lo esté consiguiendo), supongo que cuando lo hago en castellano pretendo tomarme la revancha y soltar todo lo que se me pasa por la cabeza a sabiendas de que, al menos, estará mejor escrito. Para terminar, cuando todavía no he empezado, diré que el hecho de que lleve unos meses leyendo a Dostoyevski tampoco me va a ayudar a sintetizar. 

Texas Is The Reason. Ya he hablado suficiente sobre ellos. En realidad lo que quería era hablar de Hospital Bracelet y su disco "South Loop Summer". Venga, por fin, ya estamos aquí. ¡Sí! Hospital Bracelet es un trío de emo de Chicago, Illinois, que acaba de publicar su segundo disco, en realidad podríamos considerarlo el primero porque "el primero" fue un ep acústico titulado "Neutrality Acoustic". "South Loop Summer" es algo similar a lo que hacía Texas Is The Reason en 1996 pero hecho en 2021 por tres seres que estaban lejos de nacer cuando Texas Is The Reason grabó "Do You Know Who You Are?". Y por eso la leve introducción de dos, tres extensos párrafos para llegar hasta aquí.


Hospital Bracelet "South Loop Summer"


"South Loop Summer" es un ejercicio de nostalgia enlatado, un sobresalto generacional que todas las generaciones de la historia han sentido a eso de los 16, los 19 o los 22. Algunos las seguimos sintiendo hasta el día de hoy. Pop punk, emocore y algo de mathcore para acompañar literatura sobre la adicción a las relaciones tóxicas. Nostalgia y verano, loops que se enfrentan al paso del tiempo sin querer que el tiempo pase. Fotografías de tonos sepia y la convicción de que lo que ha ocurrido hace cinco minutos ha de quedar narrado para la posteridad porque algo tiene ese verano granulado en las instantáneas de Polaroid que nos sigue rompiendo el corazón como el primer día. Planos entrecortados enfrentados a la luz del sol, aspersores, hierva verde, en el suelo y en los petas. Fiestas sentados en camas con vasitos rojos. Chicas y chicos que nos hacen ojitos. Toda esa mitología teenager que siempre estuvo allí con canciones que no siempre aparecen. Compone, escribe, canta y toca la guitarra Eric Christopher, en parte porque Hospital Bracelet es su proyecto de dormitorio. Un proyecto que le ha llevado a dejar la carrera de medicina para dedicarse profesionalmente a la música. 

"South Loop Summer" lo abre una composición homónima cargada de fuerza y melodía que, sí, recuerda a Texas Is The Reason pero también a From Head To Toe, aunque claro, la probabilidad de que Hospital Bracelet haya escuchado a los primeros es bastante más alta. En "Sober Haha Jk Unless" bajan revoluciones y llegan a recordar a The Cranberries aunque una arrancada los sitúa al nivel de intensidad y ruido habitual. La pulsión se recupera con la maravillosa "Happy Birthday",  una composición que se te incrusta en el corazón, te atraviesa el espinazo, te deja respirar pero no te deja pensar en otra cosa. Medio tiempo en "Feral Rat Anthem" basado en el esquema Pixies de calma-tormenta. En su ecuador el disco deja unas cuantas melodías para el recuerdo, además de un puñado de letras interesantes. Sigue con "Sheetz vs Wawa", que es en realidad otra canción que nace en la introspección y revienta en la garganta de una joven que probablemente siga cantando con su guitarra sentada en la cama de su cuarto. "Sour OG RPG" es veloz y traviesa como una oleada de punk pop de los mejores días de Paramore. "Summer Friends" aporta un cierre crepuscular a un álbum que tenía que terminar con una canción titulada así. Amigos y verano. Amigos de verano. Recuerdos de verano. Instantáneas de verano. Le entregaría mi alma al diablo para vivir siempre en verano si no fuera porque el invierno me ayuda a valorarlo más. Ir con cuatro kilos de ropa simplemente me recuerda lo feliz que seré dentro de unos meses cuando apenas vista unos gramos. Espero acordarme de este "South Loop Summer" de Hospital Bracelet en verano. Será el momento adecuado para escucharlo aunque no sé, quizá sea ya, otro verano.




Bien, vamos a por sonidos más duros mientras yo voy a por una Soup IPA de Garage a la nevera. Lo acompaño con unas almendras y anacardos bañados en Tabasco e irremediablemente tengo que empezar hablando, solo un poco, de Idles, antes de hablar de "Drunk Tank Pink", de shame. Hablar es escribir, claro. El éxito que haya podido tener Idles en los últimos años ha sido totalmente tangencial a mi persona. Los vi en el BBK Live y sentí la irrefrenable necesidad de correr para saltarme unas cuantas filas de gente e introducirme en el pogo de "Danny Nedelko". De acuerdo, lo hice. Pero no, no conecto con ese punk grotesco y feista con trasfondo intelectual. En realidad, puede que no conecte con el punk en general pero tampoco es verdad. Al menos, una verdad absoluta. En aquel mismo BBK Live, el último que vimos y espero que no sea el último que veamos, también tuve la oportunidad de ver a shame y a Viagra Boys. Vale, y a Brockhampton, Cupido, Rosalía, Weezer, Nogen y Olatz Salvador. Pero me centraré en que en un par de horas vi a Viagra Boys y a shame. Los suecos me gustaron como me gustan Idles, tangencialmente. Pero shame me gustaron de otra forma más normal y natural. shame me gustaron. Corrí veloz a por "Songs of Praise" y he esperado año y medio hasta este "Drunk Tank Pink". Sigo viendo algo que vi aquella noche en Kobetamendi: shame, Idles y Viagra Boys tienen muchos puntos en común. Pero shame tienen algo que Idles y Viagra Boys no tienen: canciones que me gusten. De "Drunk Tank Pink" destaco dos: "Born in Luton" y "Water in the Well". Quizá porque tengan un carácter más pop, quizá porque en esos temas, y en otros momentos, vea a shame más cercanos a Fontaines DC que a Idles y Viagra Boys. Seguro que todo esto ocurre porque simplemente con shame me encuentro más cerca de casa que con las otras dos bandas. "Drunk Tank Pink" es un disco diferente a "Songs of Praise" y lo es porque básicamente parte de un estado de ánimo diferente. Nace de la oscuridad y el enfado, las ganas de gritar y atropellar. Pero no lo expresa únicamente desde la provocación, la ironía y la teatralización burda, lo hace desde una sensibilidad y una habilidad para alcanzar y regresar a callejones sin salida en los que el drama lo envuelve todo y te sujeta contra la pared por la pechera. Drama, densidad, vibración, intensidad y magia acompañando melodías inesperadas y estribillos trampa que te cogen a traición. shame ofrece todo eso y más en "Drunk Tank Pink" que, si tuviese que escoger un disco como el mejor de los publicados en enero, sería el álbum elegido. 

Considero que mi ajuste a bandas como Fontaines DC o shame demuestra la confirmación de los pasos adelante dados en el pasado respecto a la música inglesa. Por situarnos, los noventa que ahora son mágicos para mí, comenzaron siendo tremendamente duros. El grunge era el enemigo. Lo asimilé. El brit pop era el enemigo. Jamás lo asimilé. Todo el pop, rock, rock progresivo, hard rock y heavy metal vaguardista que había surgido en Inglaterra en los sesenta, setenta y ochenta era la gasolina que me ponía en el mapa musical pero el brit pop me mató. Radiohead me mató. Aunque a Yorke y los suyos los asimilé. Al brit pop no. Eso me llevó a alejarme de la isla a la que solo volví gracias a The Darkness y a algunas bandas de doom metal del entorno de Halifax. Por lo demás, el odio más enconado hacia todo lo que salía de allí. Hasta, probablemente, The XX. Ahí, mentalmente, volví a la isla y creo que, volví para siempre. shame o Fontaines DC, que vale que son irlandeses pero, son el fruto actual de todo ese proceso. The Dead Daisies, por el contrario, son el legado de todo lo anterior al atragantamiento brit pop. De toda la magia de los setenta y ochenta en las calles de Londres. Toda esa cultura ruidosa nacida de las cenizas del blues rock electrificado que acabó en el hard rock de los setenta. 



Es curioso que un grupo de hard rock sea "noticia" en pleno 2021 gracias a un disco notable que tristemente queda completamente fuera de contexto. O, al menos, queda completamente fuera del contexto actual. The Dead Daisies nacieron a modo de super grupo en Australia de la mano de David Lowy y por sus filas han pasado miembros de Guns N' Roses, Motley Crue, Black Sabbath, Thin Lizzy, Deep Purple y Whitesnake, entre otros. En la formación actual destacan dos pesos pesados como Glenn Hughes (Black Sabbath, Deep Purple y Black Country Communion) y Doug Aldrich (Whitesnake). De hecho, todo lo que se encuentra en "Holy Ground" pende del hilo creativo y ejecutor de ambos. Es un disco cantado por Hughes, con todo lo que ello conlleva: voz profunda, granítica y pulcra además de respaldo melódico vocal garantizado. Como está Hughes, está su bajo, que tampoco es un bajo cualquiera. Y luego Aldrich y su guitarra, un universo guitarrísitico en sí mismo. "Holy Ground" recoge lo mejor del hard rock de los setenta con una producción actual y algunos guiños a los noventa vía Soundgarden.

"Holy Ground" es un disco notable y una bendición para los amantes del hard rock clásico, robusto, enérgico, nada reacio a las melodías y a los grandes momentos. Una suerte en pleno 2021 que, tristemente, pasará inadvertido porque aquello que fue vanguardia es hoy un injusto fósil que parece incapaz de adaptarse a las sucesivas nuevas normalidades.



Bueno, ha llegado el momento de cerrar este artículo. Me hubiese gustado que "Aho Uhal", el segundo disco de Olatz Salvador, hubiese empezado con "Zure Egia". Con pocas escuchas todavía entre pecho y espalda, unas seis o siete, es el único momento que me sirve para unir este final con el inicio. "Zure Egia" esconde un amanecer, o un ocaso, o quizá una noche en la que la ciudad es un mar de luces vibrantes que está allá abajo, lejos. Me la pongo otra vez. Un arpegio sacado de un sueño, como si Explosions In The Sky se hubiesen puesto al servicio de Olatz. Una mirada al horizonte. Eco. Es más difícil crear nostalgia en un cuarto oscuro en el que la única ventana da a otro edificio que en un hipotético verano de juventud. Algún día "Aho Uhal" será nostalgia y recuerdo pese a haber nacido en un invierno crudo y lleno de desesperanza. Sí, para eso ha nacido. 

"Aho Uhal" es un disco en el que poner la lupa y sumergirse. Desenredar las capas y culminar un puzzle en clave de obra total. Olatz en el centro, inteligente y espléndida, cogiendo la medida a su importancia y rodeándose de magia que la convierta en maga. 12 canciones repletas de recovecos, lugares secretos, mensajes misteriosos escritos en las paredes y novelas con páginas marcadas. Empecé queriendo hablar de emo sabiendo lo que quería decir y ya acabo emocionado sin saber qué más decir aparte de que "Aho Uhal" es uno de esos discos que hace que salte el radar. Porque puedes escuchar "Ahots Hari", "Zure Egia", "Galdu", "Eraman Nazazu" y "Eskuekin". Y emocionarte. Con pocas escuchas todavía. Emocionarte.




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