Damien Rice "My Favourite Faded Fantasy" (2014)
MAS QUE DRAMA, SERIAL.
Aunque Rice no se haya prodigado demasiado a lo largo de su carrera, cada vez que ha aparecido, ha convencido. Con su tercer larga duración, sin embargo, corre el riesgo de ser víctima de sí mismo.
Damien Rice era, y es, ese chico triste que parte del folk más pausado para ir cargando su sonido de matices y emociones y llevarlo así hasta una explosión cálida y colorida. Rozando el llanto vía tristeza o vía alegría. Indistinta sensación dependiendo del propósito inicial de cada tema. Básicamente, ese es el sello de la casa. Hasta ahora esa exposición siempre se ha sustentado en grandes composiciones aunque bien es cierto que la producción del cantautor irlandés ha sido limitada: tres discos entre 2002 y 2014. En los dos primeros, más localizables en el tiempo (2002 y 2006), los resultados fueron sobresalientes. Tanto "O" como "9 Crimes" eran un espectáculo que pasaba de la sencillez a la grandilocuencia en pocas líneas temporales y con un acierto sobrehumano.
El drama siempre estuvo encima de la mesa. No era una carta escondida. Tampoco un truco de magia. Era esencial, pretendido, monumental, faraónico. Pero siempre gozó de una base de lujo. Grandes temas escritos por un autor excelso en un momento en el que el fallo no se contemplaba. Pero ahora, en pleno 2014, ocho largos años después de que viese la luz "9 Crimes", aunque la exaltación culmina como siempre y casi roza el cielo, los temas no alcanzan.
"I don't Want to Change you".
Esto no lo convierte necesariamente en un mal disco. Hay temas, "It Takes to Know a Man" o "Long Long Way", por ejemplo, que muestran lo que es Rice y lo que se puede esperar de él. Pero en general a "My Favourite Faded Fantasy" le falta brillo y le sobra dramatismo. Porque la carga emocional, ya de por sí exagerada cuando la propuesta era más equilibrada y las composiciones directamente mejores, ahora resulta incontrolable y sobreactuada. En el pasado ese caos emotivo que cerraba y elevaba los temas de Rice era una fuerza que corría a favor del irlandés. En la actualidad, Rice es poco menos que Indiana Jones corriendo delante de una roca gigantesca. Y la música de Rice está más cerca de un culebrón sudamericano que del drama, más cerca de la indiferencia o la risa que de la reflexión o de la posibilidad de dejarse llevar por los sentimientos o la nostalgia.
En "My Favourite Faded Fantasy" Rice sigue jugando al borde de su esfera creativa. Se agradece. Pero juega peligrosamente al límite y corre el peligro de convertirse en una broma demasiado seria de sí mismo.
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