THE WALKING DEAD. Reflexiones sobre el capítulo 7x08 (Spoiler). Campeonato de invierno.




7x08 Hearts Still Beating


Termina la temporada de invierno de la séptima entrega de The Walking Dead. Una de las peores de la historia de la saga si obviamos su espectacular arranque. Lo que hasta ahora se había gestionado acertadamente, la adaptación de un exitoso cómic, está convirtiéndose en una especie de prisión. En cierto modo la capacidad narrativa y transmisora del serial caminante parece estar secuestrada por la esencia de la obra de papel, sin que el producto televisivo pueda desarrollar su lenguaje propio mientras cae una y otra vez en la exageración y la desproporción.

Tras la desbordante tensión del primer capítulo de la temporada, TWD ha naufragado repetidamente por falta de ritmo, por desaprovechar oportunidades claras y por encallar en la ironía que desprenden las viñetas del cómic original y que, de una forma u otra, no ha sido capaz de llevar a la televisión con acierto. Como consecuencia de todo ello, podemos decir que nos hemos aburrido como nunca. Ni siquiera con el hipotéticamente tan aciago verano en la granja sucumbimos al sopor y la intrascendencia de unos capítulos que apenas han servido para ver la monstruosidad construida en torno a Negan y la más absoluta de las humillaciones de Rick Grimes. Un personaje que, tras numerosas demostraciones de violencia desencadenada se ha topado con la horma de su zapato. Al menos, de momento.

El octavo capítulo de esta séptima temporada volvió a ser relativamente aburrido. Sirvió, por una parte, además de para evocar un apocalipsis por hastío, para volver a engrandecer la maléfica sombra de Negan y, por otra, para mostrar a unos Guns N' Roses reunidos de verdad, entre abrazos de reconocimiento mutuo y necesidad del prójimo. Porque únicamente la última escena, con los gunners originales (y vivos) mirándose los unos a los otros con los ojos bañados en lágrimas, asintiendo y prometiéndose un nuevo baño de sangre en el horizonte, rescata a este y a los últimos cinco o seis capítulos de la temporada.



A veces lo bordan... pese a estar constantemente echándolo por la borda.


Hay poco más que añadir. Ese final y poco más. La exhibición de Negan, el gore con el guapete hijo de Deanna y ex de Brooke Davis en One Tree Hill y Abbot y Costello remando con tablones en una charca repleta de caminantes más voraces que los caimanes de "Tras el corazón verde". ¿O era "La Joya del Nilo"? Tampoco importa. La escena fue un tanto patochada pero tampoco le vamos a pedir a esta serie que no vele por nuestro entretenimiento ya sea en forma de comedia o de dramón folletinesco.

Volvemos a Guns N' Roses. La sucesión de escenas inconexas en las que todos los miembros originales (y vivos) se van autoconvenciendo de que es el momento de coger el fusil y pegar tiros prepara el terreno a una segunda parte de la temporada que llegará tras el invierno y en la que viviremos un escenario de "Civil War". Queda la formación de bandos, la alineación de King Ezequiel y su tigre, los cuatro de Hilltop, los civilizados de Alexandria que queden vivos más la equipoaesca vuelta a las televisiones de los Guns N' Roses clásicos (y vivos).  

Tanta referencia a Guns N' Roses viene porque joder, hubiese sido bonito haber visto fundirse en un abrazo a Axl con Slash tras unas miradas de agradecimiento y una afirmación de necesitarse el uno al otro. Porque eso fue lo que mostró a la perfección el abrazo entre Rick y Daryl: hijos de un arma y armas de un hijo. En unos meses seguimos. El descanso nos vendrá bien a todos.

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