Ocho años de "Chinese Democracy"


23 de noviembre de 2008. Camino de una década desde que se publicase "Chinese Democracy", de Guns N' Roses. Uno de los discos más polémicos de la historia. Paremos los relojes por un instante para recordar este extraño capítulo del rock n' roll.


"Chinese democracy" no es otra cosa que el sueño de un músico, Axl Rose, que a mediados de los 90 decidió continuar en Guns N' Roses sin la compañía de los que habían sido sus compañeros de aventura durante una década. Quiere esto decir que, por mucho que la gente lo buscase, Slash no estaba en la banda. Está claro que Rose decidió que el grupo fuera únicamente responsabilidad suya, sin conocerse muy bien si fue así por su despotismo, por la dejadez de sus compañeros o por una mezcla de ambos. El caso es que desde ese mismo instante Axl comenzó un viaje apasionante, extraño, lleno de momentos delirantes y sobrenaturales que culminó en un disco que para algunos fue, y es, poco menos que una piedra filosofal, mientras que otros se aventuraron a sentenciar que fue una estafa en toda regla, aun sin haberlo escuchado. Es más, probablemente todavía no lo hayan escuchado. 

Rose y su esquiva personalidad, quizá en busca de algo similar a El Dorado, probó con numerosos productores, estudios y músicos. Hizo y deshizo, contratando y despidiendo, grabando y volviendo a grabar. Un proceso inacabable en el que Rose se debatía entre sonar actual, apegado al momento, y, a la par, profundizar en el más allá del rock para recorrer los frondosos laberintos de la inspiración, de su inspiración. El enfermizo perfeccionismo de Rose es la principal razón por la que decidió posponer el lanzamiento de su obra en numerosas ocasiones. Tampoco hay que dejar de lado los numerosos pleitos con sus ex compañeros de grupo, procesos que bloquearon la aparición del nombre Guns N' Roses en varias bandas sonoras. Y no menos importante, si cabe, fue la carga económica del disco y las reticencias que mostró la industria, moribunda, para realizar una campaña de promoción en condiciones. A lo largo de aquel lejano 2008, un nuevo equipo de management capitaneado por el veterano Irving Azoff, responsable -entre cientos de historias- de la reunificación de los Eagles, trabajó en la dirección correcta para que el disco llegase a las tiendas. Azoff consiguió un contrato de exclusividad con la cadena de tiendas Best Buy. De esta forma, diferentes aspectos de la promoción y distribución quedaban en manos de Best Buy, al tiempo que desahogaban las arcas de Universal.

Impresiones de una época

En 2008, cuando por fin "Chinese democracy" vio la luz, parecía una reunión de todos los demonios de Axl Rose. La eterna lucha entre su obsesión por no sonar desfasado y su elasticidad a la hora de cometer excesos marcaba la tesis principal del álbum. Aspectos que chocan en la mentalidad de cualquiera, pero que en la de Rose alcanzaban a ser un todo mágico.

El disco comenzaba con un tema titulado "Chinese democracy", un pelotazo de hard rock con la suficiente fuerza como para detener un tren. Quizá falto de inspiración, pero toda una declaración de intenciones. A continuación "Shackler's revenge" disipaba la sospecha: Axl se lanzaba a una caída libre sin miedo a lo que dijesen. Lejos de la primera impresión, amorfa, la composición crecía hasta ganar cohesión cuando se aceptaba que se estaba ante una pieza de rock industrial. Tras el primer acto, "Better" encauzaba el disco hacia un sonido más clásico y cercano al de los sorprendentes "Use your illusion". Esa misma senda seguía la genial "Street of dreams", con una letra mágica y un trabajo de guitarra impecable. Creatividad máxima y estallido de virtuosismos. La ruptura volvía a aparecer en "If the world", un tema casi imposible en la discografía de Guns N' Roses que jugueteaba sin miedo con el hip hop y el soul.



Asimiladas las primeras experiencias, llegaba el momento de las dos composiciones estrellas del álbum: "There was a time" y "Catcher in the rye". La primera comenzaba como un misterioso medio tiempo donde Axl lanzaba un cúmulo de reproches a la que fuese su pareja, la modelo Stephanie Seymour. Hacia la mitad del tema estallaba la tormenta, las guitarras crujían, se afilaban y volaban hasta construir un vibrante y hermoso final de pura orgía guitarrera. "Catcher in the rye" era una credencial, una tarjeta de visita mediante la que Rose trataba de dejar claro que Fredie Mercury y las obras más barrocas de Queen seguían estando en su universo musical. La cara b arrancaba con "Scrapped" y otro homenaje a Mercury en su inicio. Luego "Scrapped" parecía un rudo ejercicio rockero que compartía referencias negroides y contundentes con "Riad and the bedouins".

El disco afrontaba el final con "Sorry". Un baladón en el que Rose parecía hacer referencia a sus antiguos compañeros de banda, a los que, en su línea, vuelvía a bombardear con reproches. Para romper la calma, "IRS" estallaba como la última pieza de rock duro del disco, que dejaba paso al capítulo épico del disco. "Madagascar" vuelvía a recordar lo que la banda ofreció en los 90 y con "This I love" Axl rompía de nuevo con su pasado mediante una balada atípica. Con la voz desnuda y de nuevo al piano, el compositor se apoyaba en el drama, una vez más, hasta llegar a un tenso punteo que suponía uno de los momentos más impactantes del disco. "Prostitute" era un final cinematográfico y denso. Idóneo para un fundido en negro y un the end...

Capítulos intermedios

 ... que de momento se mantiene en estudio pero que ha variado a lo largo de los últimos años. Primero con una gira más que respetable que los trajo a Europa en 2010. Aquí se reproduce una crónica de su concierto de Donostia el 10 de octubre de 2010 firmada por Izkander Fernández en el diario GARA:

La épica se escribe a la contra. También en el rock n’ roll. El domingo, bien entrada la tarde, Donostia seguía esperando el escenario completo de Guns N’ Roses. La banda californiana actuó en Madrid el sábado por la noche, GARA estuvo allí, y tuvo problemas logísticos para trasladar toda su parafernalia a Euskal Herria.

Los primeros y sufridores fans que accedieron al Velódromo de Anoeta vieron un escenario inacabado, con una grúa dando los últimos retoques. Un retrato robot perfecto de la problemática que vive la banda de Axl Rose estos días: sin mánager, sin apoyo de su discográfica y con la prensa en contra, la última gran banda del rock n’ roll trata de sacar adelante una epopeya titulada “Chinese Democracy”.

La respuesta donostiarra realmente fue pobre: apenas 5.000 personas daban réplica a la reformada banda de Axl Rose. En Madrid eran el doble. No es cuestión de ser injusto. Un sábado es un sábado. Un domingo, un domingo. Y un domingo malo, lo tiene cualquiera.

Tras el desigual calentamiento de la banda de Sebastian Bach, Guns N’ Roses aparecía en escena sin retraso aparente. Y es que, aunque en la prensa se hicieran incesantes referencias a un posible retraso de la banda, la historia no es para tanto. En el 80% de los conciertos se dan retrasos mayores pero Axl Rose ha perdido demasiado tiempo en esta vida buscando enemigos y parece que serlo, puntúa.

Guns N’ Roses es a día de hoy una banda compacta con un repertorio exquisito. No ya por sus clásicos, capaces de levantar un cementerio, sino por la insistencia con la que defienden su último producto, “Chinese Democracy”, una idea general, más que un proyecto, que servía de excusa para su visita a Donostia pese a que lleva presentándose en directo casi una década. 

Axl Rose y sus Guns N’ Roses sostienen “Chinese Democracy” con una fiereza y una dignidad legendaria. Hasta ocho temas nuevos llovieron en Donostia mezclados con auténticos misiles de rock duro como “Nightrain”, “Nice Boys”, “You Could Be Mine” o “Rocket Queen”. Que alguien repase la importancia que U2, AC/DC o Metallica le dan a sus últimos trabajos, meras excusas para engrosar sus cuentas corrientes. 

Porque Rose, más gordo, más calvo o más equivocado, destila pasión y respeto por su propio trabajo. Así, Rose arrasó en Anoeta, como lo hizo en Madrid, demostrando dosis equiparables de arrojo y convicción. Su garganta, increíblemente intacta, siempre busca sus límites como si fuese el primer día que sube a un escenario. Puede que su físico no responda, pero lo importante, su garganta, hace vibrar como si una tonelada de nápalm arrasase la faz de la tierra. Bien, Donostia tembló y sonrió de felicidad a partes iguales. 

Hoy, parte de la prensa, debería recoger el sentir general de las 5.000 almas que presenciaron los últimos acordes de “Paradise City” en Anoeta. En su lugar, posiblemente, recuperarán sus textos de 2006 y hablarán de las trenzas de Axl Rose (no las lleva desde hace tres años) con un cinismo y una falta de profesionalidad galopante. 

“Chinese Democracy” puede ser una idea equivocada, puede incluso que sea el mayor error de la historia del rock n’ roll, pero la integridad con la que los actuales Guns N’ Roses defienden lo suyo, resulta ilusionante en los oscuros tiempos que vive la industria discográfica.

No fue una mala gira en absoluto aquella de 2010. Pero todo en Guns N' Roses era ya anómalo y terminó siendo grotesco gracias al desmedido protagonismo de musicos de segunda o tercera línea como DJ Ashba y a la propia dejadez de Axl Rose, que condujo a su propia banda a un callejón sin salida.  




Aún quedaba una carta en la manga del escurridizo pelirrojo de Indiana, la reunión con sus antiguos compañeros de grupo o, al menos, con algunos de ellos. Así que, como ya vivimos en primavera en PRIDE OF THE MONSTER, Axl Rose, Slash y Duff McKagan viven en esta segunda mitad de 2016 el renacer del fénix. Guns N' Roses vuelven a llenar estadios más de dos décadas después. Primero lo hicieron en EEUU, en una gira en la que PRIDE OF THE MONSTER estuvo presente en dos conciertos. El primero en una gélida noche de 9 de agosto de 2016 en San Francisco, en la que la profesionalidad de la otrora banda más disfuncional de la historia resultó un bloque de hielo difícil de digerir si el concierto se afrontaba con las emociones a flor de piel. Tres días más tarde, el 12 de agosto de 2016 en el Century Link Field Arena de Seattle, de nuevo bajo otro sold out, GN'R demostraron que además de profesionales podían alcanzar cotas de emoción similares o superiores a las de los últimos días de la última gira con miembros oficiales 24 años atrás. El concierto fue maravilloso, repleto de rock n' roll y sudor. Axl volaba por encima de todo con el modo dios encendido mientras que Slash llevaba los temas de su banda a lugares mágicos y míticos. Duff hacía su parte, ser el bajista pegamento que une todo y que llena medio escenario con su implacable figura.  


Pocos días atrás aparecieron unos carteles en algunas calles de Madrid en los que se podía leer un críptico "All we need is just a little patience". Hacía evidente un secreto a voces. Guns N' Roses estarán en la capital del Estado en verano dentro de la gira europea que la banda angelina realizará por Europa el próximo verano. No parece que vaya a ser fecha única y es más que probable que vivamos sorpresas en los días en los que Guns N' Roses anuncien esta nueva etapa del "Not in this lifetime Tour" ya que es más que posible que se repita lo ocurrido en 2006. 


¿Y "Chinese Democracy" en pleno 2016?

Si en 2008 la nota de "Chinese Democracy" podía alcanzar el 8,5 o el 9, en pleno 2016 lo justo sería dejarla en un meritorio 7 o 7'5. Más por lo que penaliza que por lo que brillaba. Porque lo bueno era tremendamente bueno pero lo terrenal también era excesivamente terrenal. 

Entre lo mejor se encontraban composiciones como "There Was a Time", "Street of Dreams", "Catcher in the Rye", "Madagascar" y "Better". Canciones sobresalientes sin apenas fisuras y con cierto aroma a "Use Your Illusion". Había lugar para temas extraños por diferentes razones entre los que destacaban "This I Love" y "Prostitute" y sorprendía por su valentía "If the World", un experimento con hechuras de BSO de James Bond. En un terreno indefinido se situarían "Sorry" e "IRS", dos composiciones con ingredientes un tanto alejados del legado de la banda pero que aguantan el paso del tiempo sin ser composiciones especialmente brillantes. Entre los temas menos especiales se encuentran la canción que da título al disco, "Chinese Democracy", y la complicada "Shackler's Revenge". "Riad N' the Bedouins" no pasa del 6,5 mientras que "Scraped" es un tema justito que podía haber sido substituido con éxito por "Oh my God"

Pese a la depreciación lógica del disco con el paso del tiempo, ha tocado fondo y no bajará más, PRIDE OF THE MONSTER colocó el disco entre los diez mejores discos de la década de los 2000 en este artículo del 9 de marzo de 2015: leer artículo.

 

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