SOLO. Día de escuela.




"Estas son mis versiones, las versiones que quería hacer yo solo"




Hace siete años Manuel López Sacristán echó a rodar una aventura en forma de banda de rock. Hotel Valmont fue cogiendo forma con los meses y pronto llegaron los primeros frutos discográficos. Rock con corazón que miraba a las raíces, sobre todo yankees pero también españolas, que hablaba de recuerdos y pérdidas. Ahora Manuel L. Sacristán, bajo el alias de SOLO, rinde tributo a un puñado de artistas del rock español que han sido clave en su formación musical. Algunos de los que están podían intuirse en Hotel Valmont pero otros simplemente no. Extremoduro, Loquillo, Lápido o Radio Futura. Una selección musical viva y dinámica que refleja el alma de un músico comprometido con su propia historia. 



SOLO

Canciones propias o ajenas. Pero canciones. Una colección de canciones dice mucho de una persona. También si esa persona es un músico. Manuel L. Sacristán, SOLO, cantante y guitarrista de Hotel Valmont, publica su primer disco en solitario y lo hace con una decena de versiones. Covers de temas de rock español publicados desde los 80 hasta nuestros días. 

La selección y las adaptaciones dicen mucho del músico madrileño. Mucho sobre su historia, sobre su llegada al rock en algún punto de los primeros noventa. Mucho sobre sus referencias musicales. Sobre el dramatismo en la música y el gusto por el rock americano de toda la vida. Mucho por su amor por las letras en las que de una forma complicada o de una forma simple, se dicen cosas que te parten el corazón en dos y que convierten el aire que respiras e hielo. 

Arranca con "Decidí", de Extemoduro. El esqueleto del tema de Robe Iniesta está ahí. Pero la marea sube y sube hasta que se convierte en un tsunami. Los arreglos de cuerda van entrando como un café solo tras una dura noche. Levantan el espíritu gracias a esa mezcla de rock salido de las tripas y música clásica. "Tiempo perdido", de Los Suaves, llega en forma de rock americano. La canción canalla de Yosi queda perfecta en la voz de SOLO. 

Sigue "John Milner", de Loquillo, y siguen las apuestas y el valor añadido a cada tema original. Una línea de suaves susurros culmina en una coda con un coro gospel. Precioso. "La estatua del jardín botánico", de Radio Futura, es austera y desnuda. Una especie de fotografía en blanco y negro que encuadra un lejano recuerdo.

La parte central del disco es probablemente la más enérgica. "Más de hierro" (El Sueño) y "Mi rock perdido" (Los Rodríguez) muestran a un SOLO con más nervio. Más sudoroso. 

La interpretación de "Persi-guiendo Sombras", de Nacha Pop, nos devuelve a la introspección y a un SOLO leyendo la palma de su mano. "Pero a tu lado" (Los Secretos), llega en forma de reggae. Sí, de reggae. La cuestión es que funciona porque el tempo es más lento y favorece que la gente de a pié cante una canción que conoce aunque crea que no conoce. 

Más fotografías para la recta final. Lápido y "Algo me aleja de ti". Nuevamente tripas y sentimiento. El colofón lo pone "Lo intenté", de Los Sentidos, con SOLO relamiéndose las heridas con la compañía de un piano. 
Un disco de versiones no es un disco al uso. No puede evaluarse de la misma forma. No sirven las fórmulas y construcciones mentales que se utilizan para hablar de discos propios. En los discos de covers habría que ver si la selección de los temas es acertada o si el valor añadido que ofrece quien realiza la versión aporta algo nuevo. SOLO va de frente. Selecciona temas de artistas conocidos pero también de desconocidos y trata de aportar cosas a todos ellos. Desde el respeto, porque al final un disco de este calado va sobre eso, sobre respeto, sobre gratitud eterna por la música que compusieron otros. La música y las canciones que un día nos dieron la vida y que nos la seguirán dando hasta que esta se apague. 
El debú de SOLO desnuda a Manuel L. Sacristán. Desde su selección de temas hasta la interpretación que hace de cada una de las canciones. Y el ejercicio funciona. En algunos casos de forma sobresaliente, como en las covers de Extremoduro, Loquillo o Los Sentidos. En otras de forma diabólica, como en el reggae de Los Secretos. Pero siempre funciona. Vaya que si funciona. 



Después de años de actividad con Hotel Valmont, Manuel L. Sacristán decide publicar un disco de versiones bajo el nombre de Solo. ¿Por qué?
Son deudas pendientes que uno tiene que saldar. Tenía ganas de hacer un disco de versiones, homenajear a los músicos que han significado algo para mí, y hacerlo bajo el nombre de Solo es una forma de distanciarlo de Hotel Valmont, que como banda siempre nos hemos mantenido firmes en nuestra postura de tocar temas propios y no hacer más de una versión en cada directo. Pero siempre estaba ahí esa ansia de rendir tributo a algunos de los músicos y bandas con las que crecí. El nombre del proyecto es un reflejo de un una forma de hacer las cosas, de enfocarlas, más que una metáfora sobre un estado de ánimo concreto. Al contrario, en este proyecto nunca me he sentido solo, he estado bien acompañado y me siento reconfortado gracias a los músicos que han colaborado. Pero estas son mis versiones, las versiones que quería hacer yo solo. Son parte de mi mundo, y de ahí puede venir un poco el nombre.

¿Equivale este disco a una especie de mixtape autobiográfica?
Parcialmente, sí. El disco es, desde el punto de vista de las letras, una colección de hitos pasados, presentes y futuros, y también un repaso de mis obsesiones. Están los recuerdos a los viejos amigos, los anhelos y las frustraciones, los héroes caídos, la soledad, el rock, algunos de los clásicos tópicos, y también un compendio de esperanzas. En el disco me siento y rememoro, sobre todo. Rememoro sensaciones y vivencias, gracias a las canciones de otros, pero sintiéndome protagonista de sus historias y de sus creencias. Me siento partícipe, de alguna manera, en las historias de esos personajes que con los años he acabado sintiendo como propias. Y también hay letras más crípticas, un poco como las letras en Hotel Valmont. Aunque las canciones siempre quieren decir algo, muchas veces no se revelan en una primera escucha o las letras en una primera lectura. Hay que acercarse más y escuchar más de cerca. En esas frases crípticas está el verdadero ser del autor, lo que más le importa, pero por un motivo u otro no quiere revelarlo con una sentencia concreta, sino utilizar otras técnicas para reservar algo su intimidad, o mantener un secreto con el oyente, hacer que esa canción sea algo que pasa entre el que escribe y el que escucha.

¿Por qué estos temas? ¿Cuál fue el proceso de selección?
Tenía claro que quería acercarme al legado de Antonio Vega, y me he quedado con ganas de atreverme con algo de su repertorio en solitario, aunque esta vez me decidí por una canción de Nacha Pop, “Persiguiendo sombras”, que creo define a Antonio a la perfección. La selección de la mayoría de los temas fue por enamoramiento duradero, casi todas las canciones me han acompañado a lo largo de mi vida desde la primera vez que las escuché, y no han dejado de seguirme ni yo de repetirlas en casa, con la guitarra, durante años. Las tocaba y les daba la vuelta, quería dejar por fin mi sello en ellas. Todas son canciones que han significado mucho, aunque evidentemente se han quedado bastantes fuera de una lista primeriza que apareció en mi cabeza hace ya casi seis años.

Hay temas de procedencia dispar. Loquillo, Suaves, Secretos, Extemoduro, Lápido… ¿Es su particular antología del rock español?
Ni mucho menos. Se han quedado nombres esenciales fuera. No pretendo ni siquiera establecer ninguna clase de clasificación o resumen de lo que para mí es el rock español. El rock español va mucho más allá de esos diez temas, aunque la procedencia, si bien es algo dispar, creo que puede centrarse en que la mayoría de los temas se concentran en un periodo de no mucho más de diez, doce años, donde desarrollé mis gustos musicales. Crecí con ellos, y a ellos le debo parte de lo que soy.

También hay un par de temas desconocidos.
Son temas necesarios para entender lo que quería hacer con este proyecto. Por una parte, a lo largo de mi vida han sido igual de esenciales que los más conocidos. Por otro lado, creo que era importante hacer un homenaje también a los músicos anónimos, independientes e ignorados que ha habido en el panorama nacional desde los años 80. En este caso, se trata de dos grupos, Los Sentidos y El Sueño, pero especialmente Los Sentidos, que significaron muchísimo para unos pocos. En el caso de Los Sentidos, sus conciertos para alguno de nosotros eran una especie de ceremonia religiosa, porque eran nuestro equivalente a lo que para otros fueron los grupos de esa cosa tan graciosa que se llamó “la movida”, sólo que fuera de su tiempo. Pero eran lo que para gente diez años mayor fueron Nacha Pop o Radio Futura o Burning: gente de nuestro entorno, agraciados con un talento descomunal, que componían canciones cojonudas y se subían a un escenario y tenían un aura especial, pero que por los motivos que sea ninguna discográfica les contrató jamás. El Sueño sí tuvieron la suerte de grabar un disco, producido por Nacho Béjar (guitarrista de Antonio Vega) y en el que colaboraron Calamaro y Roth. Pero Los Sentidos nunca grabaron un disco, y es una injusticia tan enorme que hubiese sido terrible dejarles fuera, cuando para mí han sido tan importantes o más que cualquiera de los artistas más conocidos a los que he homenajeado en el álbum.





¿Todos los melómanos llevamos nuestro particular disco de Solo dentro?
Yo creo que todos los que amamos la música queremos homenajear, rendirnos, exclamar a voz en grito que adoramos a esta o a aquella banda. Todos tenemos héroes, referentes, músicos que nos desbordan con su calidad y que nos tocan especialmente las entrañas, y a los que nos gustaría decirles algo, qué mejor que decírselo grabando una de sus canciones, y si puede ser con un toque especial, tuyo propio, pues mucho mejor.

“Decidí” tiene un marcado carácter épico. “Pero a tu lado” es un reggae. “Johnny Milner” desemboca en una ceremonia góspel. ¿Los arreglos le llegan a la mente según adapta el tema u ocurren accidentalmente?
Los arreglos han sido en su mayoría producidos (en el más amplio sentido de la palabra, exceptuando su ejecución) por Alfonso Espadero. Dudo que hayan ocurrido accidentalmente. Alfonso se ha involucrado en el disco desde que escuchó las maquetas, y aunque habrá aprovechado accidentes, creo que según iba escuchando las canciones al desnudo iba añadiendo capas y matices. El disco en origen iba a ser más acústico, y terminó siendo más redondo y menos desnudo, pero creo que más por la evolución en su mente de los temas que por haberse encontrado las cosas de modo accidental. Si es verdad que en algunos momentos había añadidos que iban surgiendo a partir de los anteriores, y eso a veces pasa por casualidad. Pero son casualidades que nacen de la disciplina, de escuchar muchas veces una canción, de un trabajo metódico, de pensar en lo que quieres construir a partir de una guitarra y una voz. Son ideas, ideas que surgen de otras ideas. Lo importante es la idea, y la primera idea es la versión original. Ahí hay cosas que te pueden conducir a una lectura particular. Por ejemplo, en la original de “John Milner” hay un coro precioso de Gabriel Sopeña que, aunque es muy corto, resalta el final de la canción y puede haberle dado la idea a Alfonso para los coros de góspel, no lo sé. También es verdad que en mi primera maqueta de la versión hacía unos coros en la parte final, pero eran más que nada arreglos vocales acompañando la coda de la canción, por lo que creo intuir que todo ha ido saliendo de la mente de mi bien amado “producer”.

¿Un disco de covers es una muestra de respeto?
No en el sentido de Tony Soprano, de obligar a un chaval a quitarse la gorra en un restaurante, pero supongo que en cierto modo sí. Aunque eso habría que preguntárselo a los artistas homenajeados, si sienten que su obra ha sido respetada suficientemente. Yo creo que más bien es una forma de amor, más que de respeto. Puedes adorar una canción y hacer una cagada de versión enorme, y aunque sientas desde lo más profundo que has respetado la creación original, el producto final sea una falta de respeto, por ejemplo al buen gusto. Se me podrían ocurrir bastantes ejemplos de versiones que son casi una falta de respeto, tanto como un desastre musical. Pero en mi caso, más que respeto lo que profeso a esta gente es admiración y cariño.

¿Qué le diría a quien piense que un disco de versiones es una demostración de incapacidad de escribir temas propios?
Que, en el caso de los artistas multimillonarios, podría tener algo de razón. En el caso de gente anónima, en absoluto; es completamente diferente, el mismo estado de ánimo con el que encaras un disco de versiones es más ligero, más festivo, más libre incluso, pero no tiene nada que ver con la falta de ideas. Mientras grababa el disco de versiones estaba preproduciendo con Beto el siguiente disco de Hotel Valmont, que va a tener 11 temas nuevos, y tenemos material para más discos. Yo sigo escribiendo temas propios a menudo, y un disco de versiones en mi caso era algo que tenía ganas de hacer, no era algo que necesitase hacer. Ha sido más afecto y devoción que necesidad.





¿Se quedó fuera algún tema?
Unos cuantos. Me he quedado con ganas de grabar alguna canción de Burning, de Rosendo, de Los Enemigos, de La Granja, de Pata Negra, de La Cabra Mecánica o de La Frontera, por mencionar algunos. Tampoco me gustaría morirme sin cantar la parte final de “El obrero”, de La Polla Records, a toda hostia alguna vez con una banda detrás, y vaciarme con aquello de “¡esta es tu casa, tenemos la mejor patada para tu culo!”. Ando un poco mosqueado con las entidades bancarias y las grandes corporaciones y tengo ganas de chillarles cuatro cosas.

¿Ha surgido una vez cerrado el disco alguno que le gustaría haber podido grabar?
Sí, “La ciudad del viento” de Quique González. Un compositor excepcional y una canción maravillosa que me gustaría hacer alguna vez.

¿Existen muchas diferencias durante una grabación cuando se graban temas propios o temas ajenos?
Diferencias estructurales, no. No hay nada que marque la grabación por el hecho de que sean ajenos, exceptuando el que las colaboraciones se producen cuando se puede, y hay que ir montando todo capa a capa. Pero eso pasaría igual de tratarse de canciones propias.

¿Cree que podría llegar un disco similar pero de referencias anglosajonas?
Sí, lo creo.




¿Qué artistas entrarían?
Pues sería lo mismo que en el caso del rock de la península ibérica y parte de Sudamérica, sólo que mucho más grande. Abarcar todas las influencias y todos los héroes a homenajear sería una tarea casi imposible, en caso de querer ser estricto y no dejarse ninguno fuera hablaríamos de un disco como aquel que sacó Calamaro hasta arriba de reconstituyentes, “El salmón”. Un disco quíntuple o vete a saber. También sería diferente en caso de hacer un disco solo, más acústico como este, o hacerlo con Hotel Valmont. Si lo hiciésemos los Valmont estaríamos hablando de nombres como Steve Earle, Social Distortion, Cracker, Slobberbone o Black Crowes. Si lo hiciese solo pues quizá caería en un batiburrillo imposible de contextualizar, y viajaría de Guns N’ Roses a Tom Waits sin tránsito aparente, aunque apuesto a que sería bonito de hacer.

¿Habrá oportunidad de ver estos temas en directo?
Es mi intención, pero no tengo claro el formato adecuado. Creo que necesitaría teclados, percusión y un bajista, y aun así habría arreglos de cuerda que se quedarían fuera, y sentiría que no estoy siendo del todo fiel al disco en sí. Me gustaría trasladar la música del disco al directo de la forma más verídica posible, y eso en este caso sería muy complicado. Además, Hotel Valmont tenemos planes, y ahora mismo estoy muy excitado con esos planes, por lo que el directo de Solo quizás haya que centrarlo en dos o tres fechas dentro de un tiempo, con la gente adecuada. Otra posibilidad es hacer la presentación yo solo, alternando la guitarra acústica y la eléctrica. Eso sí me gustaría: sería como hacer versiones de las versiones.


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