RYAN ADAMS. 2015-II-27. Hammersmith Eventim Apollo. Londres.

                                                                                                                        Foto: Toi Brownstone.


Eventim Apollo. Hammersmith. Londres. Un pedazo de la historia del rock n’ roll. Ryan Adams. Uno de los mejores artistas de los últimos veinte años tanto con su banda seminal, Whiskeytown, como en solitario. Gira para presentar “Ryan Adams”, su mejor disco desde 2005 cuando publicase "Cold Roses". Fecha marcada en rojo en el calendario.


El teatro Hammersmith no es un edificio rutilante. Está semienterrado bajo un nudo vial. Oculto tras un centro comercial gigante y otras edificaciones que no le guardan demasiado respeto a todo un templo del rock n’ roll. Es un poco lo mismo que le ocurre al seguidor del rock. El mundo es totalmente ajeno a su particular batalla. A su gastar dinero de forma incondicional para atravesar miles de kilómetros en busca de un único premio: disfrutar de la música de su ídolo durante un escaso lapso de tiempo que difícilmente va más allá de las dos horas. También Ryan Adams comparte lucha con el rock, Hammersmith y los fans. Peleando a golpe de canción por intentar recuperar la gloria que tuvo un día.

El reloj señalaba las 21:00 horas y los bafles escupían con timidez los últimos compases de "Smooth up in ya", fugaz hit de una banda de sleaze rock de los primeros noventa llamada Bulletboys. Ryan Adams & The Shining, su actual banda, aparecían sobre las tablas del Hammersmith para romper con la tensa espera. Primeros acordes de "Gimme something Good". Gritos de liberación contenida, en Inglaterra hasta las disculpas son contenidas, y un tema fácil de corear para el arranque. Claro que nadie corea quizá por aquello de la contención secular británica.

De entrada sorprende el sonido. Volumen bajo. Nada que lastrase la actuación, se podían admirar las habilidades vocales de Adams al detalle, pero sí algo extraño. Volumen bajo pero limpio. Agradable. Algo que daba libertad y confianza a Adams para coger su acústica con los colores de Jamaica y hacer un tema desnudo. Así, tras la inicial "Gimme something Good", “Let it Ride” y “Stay with Me”, Adams cruza el escenario y en la soledad interpreta “Dear Chicago”, un bonito tema del disco “Demolition” (2002) que ni siquiera está entre lo más destacado de aquella recolección de descartes.



"Adams cruza el escenario y
en la soledad interpreta
“Dear Chicago”, un bonito
tema del disco “Demolition”"



Y es que el repertorio, además de soberbio, es repartido en el tiempo. Adams respeta un gran porcentaje de su carrera recuperando temas de todas sus etapas. Incluso “Demolition” o “Love is Hell”, dos discos que fueron esquivos al gran público, son revisitados en algún momento dentro de su espectáculo actual. “This House is not for Sale”, “Magnolia Mountain”, “I Love you but I don’t Know What to Say”, “Dirty Rain” y “I See Monsters”, entre otras, conforman un repertorio que destila confianza total en su propio bagaje.

Su actual banda, The Shining, estuvo correcta. Tampoco hace falta más. Aporta el temple y el contrapunto perfecto a Adams. Arropando con humilde elegancia a su líder en jams como la de “Magnolia Mountain”, uno de los momentos cumbre del concierto. Cumpliendo en todos los temas por igual, tanto si eran propios como más lejanos en el tiempo.

Adams está cómodo sobre el escenario. Profesional. Dejando a un lado su vena de divo. Algo que ya se intuía en la recta final de su andadura con los Cardinals y que fue patente en la gira de “Ashes & Fire” de hace un par de años. El proceso de genio a profesional también tuvo reflejo en lo compositivo y del Adams indómito de 2005 con tres trabajos publicados (uno de ellos doble y otro casi), pasó por una fase sin tanto brillo y con temas sin tanta bilis y estómago. Una era conformista.





                                                                                                                                                                   Foto: Toi Brownstone.


En el teatro Hammersmith resultó gratificante verlo feliz y en plenitud. En paz consigo mismo y con su propio legado. Y aunque siempre quedará la duda de si no es más que calma tensa antes de una nueva tormenta, todo parece bajo control en la actualidad. Ni la separación de Mandy Moore parece haberle afectado. The Shining, los pinballs, los gatos, el black metal y PAX AM parece que le llenan lo suficiente como para convertirle en un ser realizado.

“Oh my Sweet Carolina”, que contó con la artista invitada Natalie Prass, y “When the Stars Go Blue” devolvieron a Adams y a buena parte del público a aquella época a la que él mismo se refiere como “a cuando tenía una carrera”. Porque ahora, Adams parece tener las riendas de la suya de nuevo. Los medios lo acompañan, los Grammys lo nominan, los fans responden y todo ello propicia que gire por recintos más grandes. 

“I See Monsters” como preludio y, sobre todo, una mágica “Come Pick me Up” de nuevo con Prass a su lado, elevaron los ánimos del público antes de la despedida. Con Adams saliendo por su derecha y el resto de la banda por el otro extremo. El verano, y solo el verano con sus festivales, servirá para calibrar su nuevo lugar en el mundo. ¿Será uno de ellos el Azkena Rock Festival? ¿Podrá obtener su redención en Mendizabala este año?



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Comentarios

  1. Digo sí a tu última pregunta.
    Gran crónica, nunca me hubiera imaginado el Hammersmith así. Y gran foto de Toi. Tengo grabada la imagen de Ryan en Porto, parece otro.

    Una pena no haber podido ir. Mila esker, Izkan.

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  2. Muy buena crónica del GRAN concierto que se marco el GRAN Ryan Adams en el GRAN Hammersmith!!

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