¿Por qué el post rock le sienta tan bien a las series de tv? Parte 3. Final.


Gomorra: Ajuste de cuentas con Mokadelic.






Una de las bondades más destacables de Gomorra, la serie italiana de televisión que narra el devenir del clan de los Savastano, una familia de la camorra napolitana, es la habilidad que tiene para que respetemos, dentro de una lógica, a una cuadrilla de seres despreciables que no se merecen ningún respeto. Es un acierto que desde siempre, desde los primeros días del cine negro, ha buscado este tipo de narrativa para presentar a un personaje cuya realidad es absolutamente repugnante. Para ello se utilizan mecanismos que sitúan a los personajes en una trama completamente marciana para el ciudadano de a pie. Sin embargo, éste, poco a poco, acaba tragando ante la necesidad de aceptar que el mundo en el que viven los personajes es tan diferente al nuestro que es normal que se desenvuelvan de la forma que lo hacen. Vamos, que son hijos de puta redomados porque están en un mundo de hijos de puta redomados y, por lo tanto, no cabe otra posibilidad. De esta forma, el espectador busca empatizar con sus favoritos. En una trama en la que todos son asquerosamente malos, es el espectador quien tiene que discernir a qué malos prefiere. Porque el bien, no existe. De ninguna forma. Todas y cada una de las piezas que conforman el engranaje camorrista forman parte del mal como si se tratase del disco de black metal más maligno escrito nunca. Y pese a todo, encontraremos, aunque sea por momentos, a nuestros favoritos. Esto es, el gran truco del cine de gangsters ha sido llevado a la televisión en Italia con un éxito más que aceptable. 

Y es más que aceptable porque la serie arranca de maravilla, tejiendo un universo propio que pese a que nos sea extraño, no se presenta ajeno en ningún momento. Nos presentan un inagotable catálogo de malechores desalmados con algunos que se perfilan como los menos malos, aunque sean capaces de las mayores maldades. Además, resulta crítica y mordaz. Tira de la ironía con una efectividad sorprendente. La historia del sofá de los Savastano es un buen ejemplo. Pero ocurre que hacia la mitad de la trama la serie deja de ser una cosa para convertirse en otra. El producto deja de ser un retrato para convertirse en un espectáculo y el conjunto se resiente en exceso. El equilibrio se pierde por completo y la serie se tambalea aunque no termina por hundirse porque el espectáculo, aunque no es de primera como sí lo era el retrato, sobrepasa el aprobado con holgura. Pero el espectáculo agrede al guión de una forma abrupta y hace lo propio con el espectador y su sentido común. Porque ese espectáculo, esa necesidad de correr acorrala a la lógica y la desnuda. Vale, es televisión, y habrá que decir que nos gusta. O puede gustarnos pero no sin subrayar que existen notables diferencias entre la primera mitad de la serie y la segunda. Sin querer introducir grandes spoilers, decir que la ruptura se da, más o menos, cuando Genna Savastano vuelve de sudamérica convertido en un hombretón con excesivo parecido con Ronaldo. Cristiano no, el otro. 


 Mokadelic.



Otro de los aciertos de Gomorra está en su banda sonora que como el lector ya se habrá percatado está directamente relacionada con el post rock. Ocurre además una cosa curiosa. El espectador puede tardar en darse cuenta, si es que tiene oído y recorrido para captarlo porque de lo contrario no lo hará nunca, de que el post rock está ahí. Esto ocurre seguramente porque el carácter experimental de la música de la banda romana Mokadelic encuentra un lugar cómodo dentro del sonido de banda sonora tradicional.

Mokadelic son una banda italiana de post rock surgida en Roma en 2000 bajo el nombre de Moka. Ya desde 2004 se fue adentrando en el mundo de las bandas sonoras colaborando con varios cortometrajes. En 2008 se cambiaron el nombre a Mokadelic y ahí comenzaron a hacer bandas sonoras para largometrajes. Y tras varias bandas sonoras, al final llegaron a la televisión de la mano de Gomorra.

Al igual que en Les Revenants Mogwai encontraba un importante apoyo en la arquitectura de un extraño y aislado pueblo de la montaña, Mokadelic hace lo propio para referenciar musicalmente la frustración contenida en las crueles construcciones de los suburbios napolitanos. Hormigón apilado en múltiples plantas, pasillos laberínticos, luz del sol restringida por lo cerrado de la estructura o la dudosa colocación de los saneamientos son algunos de los detalles que el espectador irá encontrándose a lo largo del metraje de Gomorra. Si en Friday Night Lights Dillon era un agujero negro del que era casi imposible escapar y Explosions In The Sky matizaban con su música los sentimientos de frustración que atenazaban a sus protagonistas, en Gomorra es el propio extrarradio de Napoles el que cumple la función de imán infernal que no deja escapar nada. Convirtiendo a sus vecinos en profecías que se auto cumplen. Término sociológico que sirve para explicar que un individuo actúe de una forma únicamente porque es lo que se espera que haga. Y ahí están Mokadelic, poniendo el punto musical a la desesperación y al día a día de la comunidad napolitana de los suburbios. Un submundo en el que pese a que una gran mayoría son humildes nadie actúa como tal. 





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